Testimonio. Silvia M. Santo Domingo. Víctima de la inseguridad.
La casa quedó sola unos 60 minutos. Fue el tiempo que nos tomó almorzar con mis padres, al mediodía. Cuando llegamos, todo estaba aparentemente normal. Los electrodoméstico y sillones en su lugar.
[[OBJECT]]Pero en la noche, mi madre fue a su habitación para buscar un dinero que ocultaba, entre la ropa, en uno de los cajones del anaquel. No lo encontró.
Le dijimos que no se desespere y que seguramente lo guardó en otro lado de la casa; que trate de acordarse. Entonces buscó por toda la habitación y notó que también le faltaban joyas: anillos, pulseras, collares.
Fui a mi cuarto a revisar las cosas que tengo y noté que también habían robado todo lo que tenía en los joyeros. Lo que más me dolió fue que se llevaron el anillo de mi grado, que lo quería mucho.
Yo me resistía a usarlo en espacios públicos porque tenía miedo que me lo roben. Por eso no lo sacaba de casa. No imaginé que lo perdería en mi propia casa. Eso es inaudito. Decidimos no presentar la denuncia, porque no sabíamos a quién culpar del robo.
Sospechamos que fueron personas que conocían nuestros movimientos. Sabíamos dejar una llave escondida en el patio para entrar a la casa a cualquier hora y seguramente se percataron donde estaba y entraron.
Ni las puertas ni las ventanas fueron forzadas. Por eso creemos que fueron personas del mismo barrio.
Hay muchos delincuentes, pero no sabían hacer de las suyas con sus vecinos o amigos. Incluso en las noches yo solía caminar sin problemas hasta la casa.
Pero todo ha cambiado a la fecha. Cuando están drogados no respetan a nadie. Con mi madre incluso fuimos a hablar con unos pandilleros conocidos del sector y les pedimos que no robaran en el barrio. Les indicamos que nosotros no nos metíamos con ellos.
Entonces ellos nos aseguraron que no fueron los responsables del robo en mi casa, pero que conocían a los culpables, porque eran sus amigos.
No sirvió de mucho retarlos, porque hace unos tres meses trataron nuevamente de ingresar a la casa, pero ya no encontraron la llave. Esto nos dimos cuenta, porque en la pared que da al patio, en la parte trasera de la vivienda, estaban las huellas de los zapatos cuando escalaron.
Creemos que los policías deberían reforzar los controles en los barrios peligrosos y garantizar la vida de las personas que se atreven a denunciar cuando ocurre un asalto o robos.