Las llamadas atendidas por el ECU 911 aumentaron el 2015

En las salas del ECU 911, en el parque Itchimbía, hay 80 consolas que prestan servicio a la ciudadanía. En otra sala se ubican 30 evaluadores. Foto: Alfredo Lagla / El Comercio

En las salas del ECU 911, en el parque Itchimbía, hay 80 consolas que prestan servicio a la ciudadanía. En otra sala se ubican 30 evaluadores. Foto: Alfredo Lagla / El Comercio

En las salas del ECU 911, en el parque Itchimbía, hay 80 consolas que prestan servicio a la ciudadanía. En otra sala se ubican 30 evaluadores. Foto: Alfredo Lagla / El Comercio

El trabajo en las salas del ECU 911 en Quito no da tiempo para distraerse. Los 80 operadores asignados a esta entidad están pendientes de sus auriculares y consolas en cada momento. Ambos equipos son sus herramientas para recibir y registrar las llamadas de alertas que hay en la ciudad.

Además, frente a ellos se ubica una pantalla que monitorea sitios en los que se cree puede ocurrir un conflicto. Por eso, la tensión es evidente en esta sala, ya que al atender una conexión telefónica deben identificar rápidamente si es falsa, mal intencionada o si realmente es una emergencia que debe atenderse rápido para enviar al personal adecuado.

Una vez que se confirma la naturaleza del evento, el operador envía a la entidad que debe acudir: Policía, Bomberos, Fuerzas Armadas, Tránsito... En estos casos hay procedimientos que deben cumplirse entre varias instituciones para garantizar una pronta atención. Por eso, cuando un operador atiende una emergencia insiste en el nombre, la descripción de lo sucedido y una dirección, lo más precisa posible. Todo procedimiento es evaluado.

Para usuarios como Omar Páez, el servicio ha sido efectivo. Él fue testigo de un intento de robo al banco que se ubica frente a su hogar, en las calles Guarumos y Mayas, en el norte de Quito. Antes de que acabe el 2015 llamó al ECU 911 a las 22:00 para denunciar esa “novedad”. En menos de dos minutos llegó la Policía y en casi tres le llamaron de nuevo a decir que el incidente estaba siendo “tratado”. Desde su ventana, recuerda, solo observó a los policías persiguiendo a los sospechosos, pero no supo el desenlace del hecho.

Para otras personas como Carlos Andrade todavía quedan aspectos por mejorar. El joven de 24 años recuerda que una vez llamó a denunciar que unos sospechosos estaban merodeando por la casa de su amigo, pero la atención demoró porque no pudo decir exactamente su ubicación.

Según los operadores, en ciertos casos el sistema rastrea la localización de la llamada, pero no determina la ubicación exacta sino una referencia con un rango de hasta 15 metros a la redonda.

En otra sala del ECU 911 se localizan 30 consolas más integradas por evaluadores de la Policía Nacional, agencias Nacional y Metropolitana de Tránsito, Policía Metropolitana y Fuerzas Armadas. Desde allí se monitorean a través de cámaras otras jurisdicciones de Pichincha, Napo y Orellana.

Desde el 2013, las llamadas en las que nadie habla, calificadas como “sin interlocutor”, han sido las más frecuentes. Pero el balance del 2015 demuestra que han disminuido en un 30%, lo cual es una muestra de que las personas han empezado a darle un mejor uso al servicio del ECU 911, señala Francisco Robayo, coordinador zonal con sede en Quito.

Para el funcionario, otra señal de que el balance del 2015 fue positivo es que se atendieron 669 397 incidentes, un 13% más que en el 2014. Esta cifra, para él, no significa que hay un mayor índice de delincuencia o accidentes, por el contrario, que la ciudadanía está haciendo un mayor uso de este servicio de emergencias.

Otros usuarios llaman a hacer consultas preventivas o a preguntar sobre el clima, las vías o, incluso, cuándo se les realizará su depósito.

También se establecieron sanciones para las emergencias falsas. Cuando una persona hace tres llamadas malintencionadas durante un mes, a la cuarta vez se le suspende el servicio por 30 días, si reincide el siguiente mes, se le suspende 180 días y si lo hace por tercera vez, se le quita la línea definitivamente.

Si la llamada produjo la movilización de recursos puede terminar en la privación de libertad de hasta 15 días para quien reportó esa emergencia. Con estas medidas, sin llegar al tema económico de multas, se ha podido disminuir las llamadas falsas, cree Robayo.

Este año continuarán con las campañas de educación ciudadana, principalmente jóvenes, para reducir el número de llamadas falsas y de esta forma optimizar los recursos.

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