Marcharon al mediodía, bajo un inclemente sol y sin inmutarse. Lo hicieron con pancartas, pitos, y listones tricolores.
Como todos los miércoles, el denominado Plantón contra la Impunidad volvió a congregar ayer, en el centro de Guayaquil, a familiares de personas asesinadas, dirigentes de sectores afectados por la delincuencia, y defensores de los derechos humanos. A las 11:00, unas 200 personas caminaron por la avenida 9 de Octubre hasta la Corte de Justicia.
“Si la Justicia te ha fallado, ven a exponerlo”, fue una de las consignas de la movilización.A los marchantes los unen los crímenes cuyas investigaciones no avanzan o permanecen estancadas. Carola M., afroecuatoriana de 47 años, marchó vestida de negro. Sentía rabia porque a uno de sus hijos, unos “maldecidos” lo asesinaron hace tres meses. “Era mi tesoro. Solo quiero que se dé con estos criminales”. La mujer gritaba contra “los jueces corruptos que liberan a los maleantes”.
La impunidad frente a los crímenes motiva hoy otra marcha, también en Guayaquil.
La denominada Marcha Funeral es organizada por Vicente Sarmiento, quien lidera la Fundación Vicente Francisco Sarmiento. Esta lleva el nombre de su hijo, un universitario de 24 años muerto afuera de un bar en octubre. El caso no ha sido esclarecido aún. El padre dijo inicialmente que el joven murió por una sobredosis de escopolamina. No obstante, un informe de Toxicología de la Policía Judicial, revelado el pasado 11 de enero, concluye que la muerte fue por un edema agudo de pulmón y una pancreatitis hemorrágica. Según el documento, el chico tenía en su organismo 2,4 grados de alcohol, y sustancias como la walfarina.
Inés Reyes, especialista en hematología, señaló que la warfarina, administrada vía oral, es un medicamento utilizado como anticoagulante en pacientes que han tenido trombosis. “Eso produce un sangrado fácil. Es posible que la causa de muerte haya sido por sangrado por la droga”.
Rafael Navarrete, presidente de la veeduría ciudadana Vigilantes de la justicia, reclamó ayer, en la marcha, por la impunidad de crímenes “que no son mediáticos”. “Se da prioridad a ciertos asesinatos, por su trascendencia en los medios, pero al ciudadano que le mataron a su hijo o a su nieto en los sectores populares, no se le da la misma atención”.
La Policía sí actuó con celeridad en la detención de cuatro presuntos implicados en la muerte de dos uniformados, el agente de Inteligencia Christian Granizo y el cabo segundo Cristian Cúñez.
El martes pasado, se ordenó la prisión y el traslado a la Penitenciaria del Litoral de los detenidos por la Policía en los operativos.
Otro caso reciente que tampoco ha avanzado en las investigaciones es el crimen del ex comandante de la Fuerza Aérea Ecuatoriana, el general Jorge Gabela.
El oficial murió luego de permanecer 10 días en coma. Fue baleado en la puerta de su vivienda, en el km 3 de la vía a Samborondón, el 18 de diciembre. Por el hecho no hay detenidos.
Ayer estaba previsto que rindiera su versión el general Rodrigo Bohórquez, comandante de la FAE. La diligencia no se realizó porque el declarante no llegó. “Se lo volverá a llamar, no pasará de la próxima semana”, manifestó el fiscal de Samborondón, René Astudillo, quien está a cargo del caso de la muerte del oficial.
Quito
‘Ocho hombres me golpearon’
Luis Palomino
víctima de la delincuencia
En la calle no había nadie. La vía estaba desolada. Era madrugada y hacía frío. Mi amigo y yo salimos de una fiesta por el norte de Quito.
Esperábamos un taxi, pero de pronto unos ocho hombres se acercaron a nosotros y nos pidieron dinero. Mi amigo se alejó y me quedé solo . Cuando me negué a dar lo que tenía comenzaron a golpearme. Intentaba responder, pero eran demasiadas personas solo para mí.
Recuerdo que me caí y cuando estaba en el piso me siguieron golpeando. Uno de ellos me revisó todos los bolsillos. Allí encontraron el celular y un poco de dinero. Eso fue lo que se llevaron. Otra persona, en cambio, trató de sacarme las botas, pero como estaban bien amarradas no pudo y todos prefirieron alejarse del lugar.
Ese momento no sentí absolutamente nada. Pude tomar un taxi y me llevó a la casa. Al siguiente día me percaté de las secuelas. Amanecí con los ojos totalmente hinchados y verdes.
No podía ver nada, me habían golpeado tanto que me dolía todo el cuerpo. Pese a ello nunca denuncié ni en la Policía ni en la Fiscalía, porque sé que no se saca nada con eso.
Lo único que hice en la casa fue curarme. Era lo que me quedaba. Conozco de casos que han ido a la Policía, han pasado tiempo y todo ha quedado en la nada. Es más, en mi caso no sabía contra quién poner la denuncia. Solamente sabía que eran unos hombres y que me golpearon para robarme. No sabía nada más.
En esas circunstancias es difícil ir y decir en la Fiscalía ellos son los que me agredieron. Ese trámite lo veo como una pérdida de tiempo.
Lo que sí hago desde ese momento es tomar más precaución, como no salir tan tarde de las fiestas y no quedarme solo. Lo terrible es que nadie ayuda cuando a uno le asaltan, aunque en mi caso no apareció ni siquiera un carro.
La propuesta
Gabriel Riera
Dirigente de la Asociación de Jubilados Batalla de Tarqui
‘La Policía debe ser eficaz’
El primer paso para mejorar la seguridad ciudadana es el fortalecimiento de la Policía Nacional. Debe ser ágil y eficaz. Los miembros de esta institución deben actuar en todos los casos por igual, ya sea un policía el perjudicado o un ciudadano. Hace algún tiempo instauraron el cobro de una tasa de seguridad ciudadana. Se debe realizar un control riguroso de cómo se está utilizando este dinero. ¿Qué acciones se están tomando?
El dinero debería servir para equipar a la Policía con buenas armas. Los gendarmes tendrían que hacer patrullajes en los lugares más peligrosos y apartados de la ciudad, donde son más frecuentes los delitos. La ciudadanía también debe contribuir denunciando los actos dolosos. Dejar el miedo atrás e informar a la Policía sobre los actos delictivos que pasan frente a nosotros todos los días. Por ejemplo, la venta de drogas a los adolescentes. Este es un problema que se repite en todo Quito. La solidaridad entre ciudadanos debe vencer el miedo a los delincuentes. Pero esto sería posible si se confiara más en el trabajo que realizan las autoridades y en especial la Policía Nacional.