Eran las 13:10 de un viernes. Ni bien se abrió la puerta de una unidad de trolebús en la estación de La Y (norte de Quito), una marea de gente ingresó de prisa, entre tropiezos y empujones. Ese desorden es propicio para que ocurran los robos a los usuarios de estas unidades de transporte público.
Según la Policía, solo en el Sistema de Trolebús, que recorre la capital de norte a sur y viceversa, se denuncia un promedio de 60 robos cada mes.
Sin embargo, existen muchos casos más en los cuales las víctimas prefieren no denunciar. Eso ocurrió con Andrés P. El joven cuenta que suele tomar el trolebús en la Estación Norte y usualmente se baja en La Y, una parada después. Pero un día se pasó hasta la estación Estadio.
Apenas se bajó de la unidad, dos hombres se le acercaron, lo amenazaron con un arma punzante y le quitaron su celular. “Ahora siempre estoy atento a la gente y si alguien se me acerca, me busco un sitio fácil de salir”.
Un conductor de un trolebús que partía de norte a sur y que prefirió reservarse su identidad contó que usualmente la aglomeración durante el ingreso a las unidades es aprovechada por los malhechores para el estruche.
Lo mismo ocurre en los andenes y paradas de buses urbanos, donde también se arranchan aretes y otras pertenencias.
Santiago Aguilar, jefe de Seguridad del Sistema Trolebús de Quito, informó que billeteras, celulares y aparatos electrónicos están entre los bienes más apetecidos por esta clase de delincuentes. Un agente de la Policía dijo que también aprovechan el descuido de los estudiantes para abrir sus mochilas y extraer calculadoras, portátiles y más pertenencias.
Mientras los usuarios se aglomeran, sobre todo en las horas pico, estos hombres y mujeres introducen las manos en bolsillos, carteras y bolsos. Por ejemplo, la Policía conoce que las integrantes de la banda Las Coloradas son muy hábiles y en cuestión de segundos cortan los bolsos, carteras y bolsillos con hojas de afeitar para sustraerse las cosas sin que la víctima se percate.
Eso ocurrió con María A., una voluntaria española que vino a impulsar un proyecto de artesanas en Manabí.
La mujer contó que mientras se dirigía en un trolebús a la terminal de Quitumbe, una extraña se le acercó con el pretexto de abrir una ventana y minutos más tarde se dio cuenta que el bolsillo de su chaqueta tenía grandes cortes.
Aguilar dijo que tanto en el Sistema Trolebús como en los de la Metrovía y la Ecovía actúan al menos cinco bandas.
Estas han sido identificadas a través de grabaciones con las cámaras de vigilancia, fotografías y algunas denuncias.
En la oficina del Departamento de Seguridad del Trolebús, que funciona en la estación de El Recreo, al sur de la ciudad, se exhibe una cartelera en la que aparece una serie de fotos de los sospechosos identificados.
Participan en grupo de tres, quienes rodean a la potencial víctima y simulan empujones para cometer el robo.
Los seguimientos realizados a estas agrupaciones delictivas también evidenciaron que suelen rotar unos días por el Trolebús y otros por la Ecovía.
En los juzgados de contravenciones de La Mariscal y del Centro Histórico, en Quito, al menos una de cada 10 denuncias es sobre robos en alguna unidad de transporte público.
Rosa M. considera que resulta muy inseguro viajar en bus o en trolebús. Su temor no es infundado. “Una vez, a eso de las 10:00, iba en un trole que estaba repleto. Sin que me diera cuenta me rasgaron la cartera y me sacaron la billetera y el celular”.
Un conductor del sistema Ecovía, cuya unidad, a las 11:00, iba repleta de pasajeros, en más de una ocasión alertó por los altoparlantes que tengan cuidado con sus pertenencias.
Por su parte, Aguilar recomendó que los usuarios eviten las aglomeraciones, sobre todo en las puertas y, así, evadan algún contacto con gente extraña.
También se recomienda que las mochilas, bolsos o carteras se los coloque hacia adelante. Asimismo, que antes de subir a un bus, billeteras y celulares se guarden en los bolsillos delanteros. Incluso que se evite, en lo posible, el uso deliberado de aparatos electrónicos y celulares para no llamar la atención de los desconocidos.
Para intentar resguardar a los más de 500 000 usuarios diarios de los diferentes sistemas de transporte, la Policía Metropolitana y la Policía Judicial (esta última con agente de civil) realizan controles conjuntos.
El Jefe de Seguridad del Trolebús aconsejó que al advertir la presencia de algún sospechoso o ante algún robo, el pasajero no actúe solo sino que busque la manera de hacerlo conocer al conductor. Este, a su vez, se contactará con los miembros de seguridad para retener al desconocido y luego entregarlo a la Policía.
No obstante, se lamentó que uno de los mayores inconvenientes es que los perjudicados no formalicen las denuncias. Aquello impide iniciar un proceso en contra de a los detenidos.
Antes de subir al trolebús, Rosa M. tomó de la mano a su hijo pequeño y con la otra protegió su cartera. No quería volver a sufrir nuevamente por la pérdida de su dinero en su viaje a Turubamba.