Súper. Ahora sí que los gringos aprendieron. Nunca más se van a atrever a comentar que un policía ecuatoriano es corrupto. Esta vez sí que les enseñamos lo que es un país altivo y soberano. Después de esto, no se van a atrever a burlarse de nosotros nunca más. Con infinita satisfacción, podemos decir que hemos cambiado el rumbo de la historia.
Por si acaso, todo el párrafo anterior es irónico. El título no lo es. Es tomado de una película de Peter Sellers que se trata de un diminuto país europeo que declara la guerra a Estados Unidos (con el objetivo de perderla). Y el resto del artículo tampoco es irónico.
Y es que no se necesita ironía para describir lo ocurrido después de la expulsión de la Embajadora norteamericana y los intentos del Gobierno por minimizar los efectos económicos de esa decisión. En este tema, la realidad es lo suficientemente irónica.
Porque los funcionarios del área económica, después de querer convencernos que los Estados Unidos no son económicamente relevantes para el Ecuador, han sacado de su manga la solución mágica para todos los problemas que nos aquejan o nos pudieran aquejar en el futuro: los increíbles, nunca antes vistos y jamás bien ponderados…. subsidios.
Solo para rebatir el primer punto (la “no importancia de los EE.UU.”) sería bueno considerar que a ese país van el 35% de nuestras exportaciones totales o el 21% de las exportaciones no petroleras.
Además, resulta que el perverso y malvado imperio del norte es un país al cual exportamos una notable variedad de bienes. En 2010 nuestras exportaciones hacia allá tuvieron 1150 diferentes tipos de bienes. Fueron, por lo tanto, mucho más diversificadas que las exportaciones a Brasil, China o Irán, hacia donde mandamos 164, 101 y 5 tipos de bienes, respectivamente.
Pero claro, en las ideologizadas “mentes lúcidas” del Gobierno, todos esos números (provenientes del Banco Central) no son más que propaganda imperialista, financiada por la CIA.
Pero vamos a las soluciones que son, sobre todo, subsidios. La idea es ayudar con ese mecanismo a los productores que podrían verse afectados por mayores aranceles al entrar al mercado norteamericano.
Estos subsidios serían, en el fondo, una transferencia de riqueza de todos los ecuatorianos a los empresarios con problemas. Son una redistribución de riqueza. Aquí, el gran problema es justamente ese: distribuyen la riqueza existente y no crean nueva. Y eso ya es un problema ideológico de quienes nos gobiernan: ven a la riqueza como algo estático que no crece y que debe ser eternamente redistribuido.
Desprecian el crecimiento y todo lo solucionan pasando la misma plata de unos a otros. Presos de sus caducas ideologías, tienen a todo el país como su rehén y están destrozando su futuro.