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Tres barrios conviven con la contaminación en Quito

La Carolina es uno de los barrios más afectados,pero la contaminación no es tan evidente en el ambiente. Foto: EL COMERCIO

Sin abrir las ventanas en una década y sin colgar la ropa recién lavada. Así ha vivido Teresa Tambo, de 63 años, gran parte de su vida en la calle Necochea, en el sector de Los Dos Puentes, en el sur de Quito.

Ahora está jubilada y tiene un pequeño negocio a unas cuadras de su casa. Los vidrios de su habitación están ennegrecidos por tanto esmog que despiden los vehículos a diario.

“No se puede abrir nomás las ventanas porque todito (el humo) se mete y se pega el olor”, lamenta con resignación en sus ojos negros. Ni pensar en hacer un asado o un desayuno en la terraza, como hizo alguna vez cuando sus hijos eran pequeños.

Desde entonces han pasado muchas cosas, dice. La ciudad creció y la vegetación natural que la rodeaba se tornó en una selva de cemento que la tiene prisionera, sin poder ni salir al balcón donde antes tenía plantas.

Lavar la ropa es una actividad cotidiana que cambió su proceso cuando fue “imposible” colgar las prendas en la terraza o en los cordeles del balcón. Ahora lo hace solo en las noches, cuando hay menos vehículos transitando. La razón, según explica, es que la tela termina manchada o con mal olor por el humo.

El control del aire

Quito tiene nueve estaciones automáticas que operan de manera continua. Cubren la parte urbana y permiten identificar los sectores con mayor índice de contaminación.

De acuerdo con Valeria Díaz, técnica en Calidad de Aire de la Secretaría de Ambiente, el protocolo permite analizar dirección y velocidad del viento y la contaminación, para identificar los sectores más problemáticos de la ciudad capital.

Uno de ellos son los alrededores de La Carolina, un sitio donde hay altos niveles de agentes contaminantes por la gran cantidad de vehículos que transitan y por las construcciones que se realizan en el sector.

En la zona centro se destaca el sector de El Guambra. El factor contaminante principal es el mismo: dióxido de azufre, que resulta de la combustión de gasolina o diésel.

Y en el sur, la subida de la Necochea también tiene alta contaminación, que es evidente en el color de las paredes o en los vidrios manchados.

Díaz explica que la altura afecta a la ciudad capitalina, ya que la combustión no es completa y se producen más contaminantes. Reconoce que quizás nunca se logren cumplir los parámetros internacionales.

La última semana de octubre, Quito ha tenido un promedio de 40 PM2,5. De acuerdo con la Secretaría, eso es un nivel “deseable” y permite hacer actividades al aire libre.

PM2,5 hace referencia a partículas de menos de 2,5 micrómetros de diámetro, llamadas partículas finas. Al ser tan pequeñas suponen un riesgo para la salud de personas y animales.

Problemas de salud

La Organización Mundial de la Salud hace referencia a las muertes atribuibles a la mala calidad del aire. El 35% sería enfermedades pulmonares, 15% accidentes cerebrovasculares, 44% enfermedades del corazón y otro 6% de cáncer de pulmón.

Para Roberto Lozano, médico e investigador, hablar de problemas relacionados con el aire es extenso. Hay daños que se pueden ver en un corto, mediano o largo plazo y dependerá también de la edad del paciente.

Las afecciones oculares están “al orden del día”, por los sulfatos que hay en el aire. Más si se junta con lluvia, pues se convierte en tóxica, dice.

Peor para quienes tienen enfermedades respiratorias previas. Incluso los contaminantes pueden elevar los síntomas de ansiedad y afectar a todo el sistema nervioso central.

Víctor Mancero tiene 56 años y vive cerca de la parada de buses de El Guambra. Tose día, tarde y noche sin parar. Está acostumbrado y nunca reflexionó sobre el motivo.

Sus ojos suelen estar rojos y a veces lagrimean. El humo que entra a su casa podría ser la razón, pero él está acostumbrado a vivir ahí.

“A veces mejor no abro la ventana”, dice entre risas, quien ya no conoce otra forma de vivir.

“El esmog no solo está en el aire, cuando se asienta se puede ver el verdadero problema”, advierte Lozano.

Recomienda que quienes viven expuestos a las toxinas del aire deben reducir el uso de azúcar refinado, aceites vegetales y otras toxinas que entorpecen el funcionamiento del sistema inmunológico. De esa manera, el propio cuerpo será el que luche contra la contaminación.

Acciones positivas

Aunque el aire de Quito no sea el mejor, hay formas de aliviar la carga de contaminantes en él. Cada pequeña acción puede ayudar y ser positiva, de acuerdo con Díaz.

Los jardines verticales de los nuevos edificios en el norte capitalino son una alternativa para limpiar el aire. Mantener saludables los árboles del sector es lo que permite que pese a la cantidad de vehículos que transitan no exista esa bruma oscura.

María Paz Calle vive en uno de los edificios cercanos al parque más grande de la ciudad. Su departamento no es muy grande, pero tiene un balcón que aprovecha al máximo con su pequeña huerta de vegetales.

“Es un granito de arena para el aire, aunque sea solo de mi familia”, ríe segura de dejar una huella menos pesada en el mundo. Junto con su hija de

8 años prepara su propia composta en casa y reducen así los desechos que arrojan a la basura.

“Hacemos lo poco que está en nuestras manos”, dice la mujer de 34 años, que trabaja como maestra y que convive con esta realidad.

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