A un pedazo de cedro, Lourdes Lozada, ama de casa, lo transforma en una sonora guitarra. En las filosas cuchillas de una máquina, le da forma de pera a una plancha de madera, que será la tapa posterior del instrumento musical.
Sobre una mesa están algunas partes ensambladas. Una vez que está listo el cuerpo de la guitarra, lo lija hasta que la textura queda lisa. El proceso lo vigila sigilosamente Marcelo Toapanta, maestro luthier, quien le enseña a elaborar guitarras.
Lozada, junto con otras 25 personas de los barrios Espejo y Chillogallo , acude todas las tardes, de 14:00 a 18:00, a los talleres gratuitos de elaboración de guitarras y taracea (muebles tallados con incrustaciones de hueso, concha y metal), que se dictan desde septiembre pasado. Estos lo coordina el Centro de Desarrollo Comunitario Espejo.
La iniciativa nació de Toapanta, también músico profesional (toca el rodandor), cuyo propósito es rescatar dos actividades tradicionales que están desapareciendo. Toapanta enseña, gratuitamente a sus alumnos, lo que aprendió en sus 25 años de experiencia.
Nilda García, de 51 años, otra de las alumnas, ya sabe doblar aros, colocar las barras armónicas y cortar la tapa y trastapa y la pala. Ella es modista, tiene su taller en su casa ubicada en Chillogallo. Su tiempo lo combina entre la costura y las clases.
Ella le pone empeño porque ve en la elaboración de las guitarras y muebles un oficio poco común que puede ser rentable. “Me puede servir para ayudar a mis tres hijos adolescentes”. Su hijo Marcelo Armijos, de 15 años, también quiere aprender a construir guitarras. Según Toapanta, en elaborar una guitarra se gasta hasta USD 50 en materiales y en el mercado, el precio de una alcanza hasta los USD 150.
El taller de ebanistería se concretó gracias a la colaboración de Romeo Velásquez, ex dirigente del barrio Espejo, quien prestó las instalaciones y maquinaria de su antiguo aserradero. “Queremos que los vecinos vengan y aprendan un oficio”. Romeo, en dos meses y medio, construyó su primera guitarra. Ahora tomará los cursos para aprender a tocarla. El taller, cubierto con vetustas planchas de zinc, funciona en un terreno de unos 50 m², el piso es de tierra y no tiene ventanas.
Al ingresar se observa en los pingos, que sirven de pilares, colgadas algunos modelos de guitarras, aún en construcción.
El más joven de los estudiantes es David Chicaiza, de 13 años, hijo de Lourdes Lozada. Él fue quien la impulsó para que también ingresara al taller.
Al joven le gusta la música, en el Colegio Quitumbe aprendió a tocar el bajo, ahora construye su propio instrumento.
Sobre los cursos
También se dictan talleres de música (guitarra), danza, artes plásticas y computación. Todos son gratuitos y no hay límite de edad. Para inscripciones y solicitudes se pueden comunicar con Luis Ledesma, coordinador del CDC Espejo, al celular 09 870 3269.
Los nuevos talleres para elaborar muebles de taracea empezarán con el año lectivo.
El CDC de Espejo aprovecha los talleres de ebanistería para entregar libros a los estudiantes y leerles dentro del programa Quito Lee.