No son expertos en el tema, pero hace dos meses y medio se lanzaron a la aventura de hacer radionovelas. Entre María Inés Andrade, Jaime Paz y Miño, Santiago Herrera y Daniel Villacís grabaron el primer capítulo sobre la Batalla de Pichincha.
Como hubo una especial química entre todos, las dos producciones más que prepararon (cada una de 15 minutos) fue como un juego. Ayudó mucho la experiencia que cada uno tiene como gestores culturales dentro de sus respectivos colectivos, que se unieron para este proyecto. Esos colectivos son: La Dama y el Noble, Historia en Voces y Quito 360.
La radionovela tuvo su mayor apogeo en Quito, entre 1940 y 1965. Leyendas, novelas, narraciones orales, cuentos y crónica roja formaban parte de esa ‘época de oro’.
De eso da fe Mirian Félix. La periodista escribió, junto con Patricia Robalino, el libro ‘El radioteatro en Quito de 1940 a 1965’. Allí apunta que ese género se transmitió sobre todo en las radios Espejo, Gran Colombia, Nacional, Bolívar, Comercial, Victoria…
Pero pondera más lo que se hizo en radio Quito, con Leonardo Páez, quien dirigía a los artistas y manejaba la acústica utilizando efectos sonoros especiales. De sus producciones más destacadas están la radionovela Derecho de nacer y el radioteatro La guerra de los mundos.
Más de cinco décadas después, la idea de retomar ese formato tiene la intención de crear herramientas educativas y promover el patrimonio inmaterial de la capital, menciona Andrade. En esa labor ponen “alma, corazón y vida”, dice, pues al momento no tienen réditos económicos.
La planeación del asunto se fraguó el año pasado, pero como no tenían los equipos no se entusiasmaron tanto. Y cada quien estaba tratando de sobrevivir en la pandemia con sus relatorías teatralizadas por los lugares turísticos de Quito, talleres con niños y adultos, grabaciones para reactivar negocios, entre otras cosas.
Paralelamente, hacían pruebas con sus celulares, y como el resultado no quedó mal, se pusieron más serios y consiguieron los equipos. Luego, armaron los guiones y grabaron las piezas con recursos teatrales. Lo hicieron en el séptimo piso del edificio Presidente, en la avenida República de El Salvador (norte de Quito).
Ahora graban el sexto de los 10 capítulos de la Revolución de Quito (del 10 de agosto de 1809), por eso los espacios del estudio están con la bandera de pendón rojo y aspa blanca; aquel estandarte que usaron los patriotas en la instalación de la Junta Soberana.
La primera radionovela fue acerca de la Batalla de Pichincha y el estreno fue el 24 de mayo pasado. Aquel día, rememora Paz y Miño, les pasó de todo: desde ajustar el trabajo faltando unos minutos para la hora de estreno, hasta tener problemas de ‘copyright’ por la música que incluyeron.
Con esa experiencia ganada, en cada producción mezclan varias herramientas tecnológicas. Además de la historia que relatan suelen incluir fotografías, pues estos trabajos los transmiten a través de videos en las páginas de Facebook de los tres colectivos involucrados.
Y así, ya suman 17 trabajos que hablan de la historia y la memoria de Quito, detalla Herrera.
Allí están 10 radionovelas, a más del proyecto de la Batalla de Pichincha. Están, por ejemplo, Abel de la Bella América, Rumiñahui y el Fuego de la Resistencia y Revolución de Quito. Cada una tiene entre tres y 10 capítulos, cada uno de unos 15 minutos.
A ese material se suman siete microbiografías, que duran entre dos y cinco minutos. Constan, entre otras, las de Manuela Cañizares, Rosa Montúfar, Manuel Rodríguez Quiroga, Juan de Dios Morales y Juan de Salinas.
En algunas de esas obras tuvieron apoyos de otros colectivos, confiesa Paz y Miño. Para el de la Revolución de Quito estuvo Vicente García, del colectivo El Peregrino de Quito; también Carmen Ruiz, de la fundación Quito Eterno, entre otras personas.
Una vez que terminen de grabar los capítulos referentes a la Revolución de Quito, se pondrán en la piel de los personajes de las leyendas más tradicionales de la ciudad, como el Gallito de la Catedral y María Angula. Pero, apunta Andrade, la consigna es dar a conocer las leyendas menos famosas, como la Capilla del Robo, La calavera de San Roque, La puerta clausurada del Carmen Bajo…
Antaño, las radionovelas se hacían en vivo y en directo; es decir, los artistas interpretaban el libreto en el mismo momento en que el programa salía al aire. En ese instante se hacían los efectos especiales, explica Félix.
No es ese el formato exacto que están empleando los integrantes de los tres colectivos culturales que reactivaron las radionovelas, pero eso -remarca Félix- no quita mérito a lo que hacen: dramatizar hechos históricos o relatos populares que despierten la identidad y la memoria de Quito.