Desde “la puerta de ingreso a Quito”, como llaman los vecinos a una casa que está a un costado de la plaza de San Marcos, en el Centro de la capital, José Barrera sigue viajando por los pasajes de la historia de la urbe y elaborando artesanías. Es uno de los 115 Guardianes del Patrimonio.
El hombre de 71 años recibió la distinción por parte del Instituto Metropolitano de Patrimonio (IMP), la semana pasada. La entrega de los reconocimientos empezó en enero del 2021 y, entre este jueves y viernes, llegaron 16 más.
Y aunque las distinciones recaen sobre unas personas, Barrera insiste en que la cultura, el arte y las tradiciones de Quito no son patrimonio de pocos.
Ese, justamente, es el pilar de la iniciativa que se marca desde el IMP: “un legado cultural y un patrimonio tangible e intangible que necesita ser salvaguardado por la ciudadanía”.
De eso, Barrera está convencido desde su juventud. Desde chico, empezó a asombrarse por el arte y por las creaciones de los artesanos. Recuerda que en su infancia, por encargo de su abuela, le construyeron un camión de madera para que él y sus primos pasearan.
En Quito, las personas caminan por la ciudad sin, en realidad, conocerla. Esta suerte de revelación también hizo que Barrera, especialista en la técnica taracea, se volviera un seguidor de la denominada Quitología. Claro que, en principio, empezó a estudiar medicina y hasta colaboró con un doctor que atendía a unas monjitas de claustro.
Él acompañaba al galeno y, más que ayudarlo, confiesa, se extasiaba con el arte que albergan los claustros. Dejó la carrera y trabajó con un amigo que hizo un estudio sobre artesanos y, más adelante, el destino lo juntó con varios maestros.
Entre aprendizajes, que incluyen el estudio de la Escuela Quiteña, decidió su camino: armar su taller, primero en la casa donde nació González Suárez, en la calle Flores. Allí estuvo cerca de 10 años y luego se trasladó al barrio de San Marcos, donde ha permanecido aproximadamente 15 años.
Los Guardianes del Patrimonio pasan a formar parte de una red de actores empresariales, artistas, promotores culturales y emprendedores. Y pueden presentar proyectos de conservación y promoción del legado cultural quiteño, de la mano del IMP.
Entre los nuevos Guardianes, nombrados en esta semana, está La Dama y El Noble, un grupo conformado por María Inés Andrade (28 años), Daniel Villacís (28), Santiago Herrera (28), Alejandra Silva (23), Jaime Paz y Miño (33) y Alexander Cisneros (24). Son profesionales apasionados por el arte y la historia.
En apenas dos años de recorrido, el colectivo de mediación turística teatral lanzó un libro de leyendas. En la pandemia, los jóvenes, que tienen como base el octavo piso de un edificio del norte de Quito, incorporaron herramientas digitales a las mediaciones.
Los artistas y gestores se juntaron con un objetivo: la investigación, reinterpretación y difusión de la historia y la cultura. Conectar a la ciudadanía con los saberes y los espacios es otra premisa.
El grupo cuenta con nueve obras teatrales, tres de estas dirigidas a niños, adultos mayores y a la comunidad LGBTI.
No se quedan fuera los talleres para emprendedores y también para estudiantes. Cuenta con certificaciones nacionales e internacionales para seguir difundiendo los tesoros de su querida capital.
En Quito, el inventario de bienes patrimoniales incluye 500 patrimonios inmateriales, 8 611 bienes inmuebles y
27 663 muebles y obras de arte. A la lista se suman 1 114 elementos arqueológicos.
Los Guardianes del Patrimonio contemplan la conservación y la reactivación de algunos de esos espacios. Uno de los datos de arranque: el despoblamiento del Centro Histórico y la creciente vulnerabilidad de los bienes históricos.
En el 2001, había una población de unos 60 000 habitantes; en el 2010, cerca de 50 000 y en el 2018, poco más de 40 000.
En esa línea, Quitoen360 se suma con su propuesta: mostrar a la capital de una forma diferente. El grupo conformado por Santiago Landinez, Edwin Bravo, Santiago Herrera y Fernanda Morales impulsa el turismo virtual. La distinción a la agrupación llegó el jueves 17 de junio.
Landinez da cuenta de que hace 11 años, en el 2010, empezaron como una agencia y, desde el 2015, decidieron lanzarse como actores culturales.
Fotos antiguas son la materia prima para que la comunidad se acerque a los rincones de la ciudad, a los recuerdos de otros tiempos. Pero no se queda fuera la urbe moderna.
La propuesta se extiende a radionovelas, recorridos en 360 grados y más. Los canales para la difusión son básicamente las redes sociales. Solo en Facebook tienen más de 200 000 seguidores.
Ya sea desde saberes y técnicas antiguas o la implementación de nuevas tecnologías, los Guardianes comparten la misión: salvaguardar el patrimonio. Y se contempla que se sigan sumando más.