Las condiciones en las que se encuentran las quebradas de Quito han sido un tema de análisis en las últimas dos semanas, tras el aluvión registrado en La Comuna y La Gasca, el pasado 31 de enero.
Los vecinos de los barrios y urbanizaciones privadas que viven cerca de desfiladeros y sitios vulnerables a deslizamientos de tierra, principalmente en las laderas del Pichincha, viven en medio de la incertidumbre por falta de mantenimiento y por las constantes lluvias que se dan en la ciudad.
El Plan Ambiental Distrital 2015-2025 señala que en el Distrito Metropolitano hay 182 quebradas distribuidas en siete sectores, las cuales suman una extensión aproximada de 1 300 kilómetros. Según este informe, todas presentan daños de diferente magnitud, que fueron causados por rellenos parciales o totales, así como por descargas de aguas servidas, escombros y toda clase de desperdicios.
Para Álvaro Barragán, director de Biología de la Universidad Católica, otro factor que influye es la excesiva deforestación. “La capa vegetal es una especie de barrera que absorbe el agua que se acumula en los terrenos. Si bien el eucalipto no es una planta nativa de Quito, estos ayudan a que no se produzcan aluviones”.
Ruperto Granda es presidente del barrio Armero, de 600 habitantes, el cual se ubica un kilómetro abajo de la Zona Cero, en medio de la quebrada Vásconez y otra que lleva el mismo nombre de ese vecindario. Dice que las fuertes precipitaciones de los últimos días taparon la estructura de captación en donde se formó una pequeña laguna con lodo, basura, troncos de árboles y vegetación.
En la mañana de ayer, maquinaria de la Empresa Pública Metropolitana de Agua Potable y Saneamiento (Epmaps-Agua de Quito) retiraba el lodo en el lugar donde se empozó el agua. “No comprendo cómo desciende tanta basura desde las laderas del Pichincha. Aparecen un montón de llantas, latas de atún y desechos de ese tipo, que no es comprensible que estén tan arriba”, cuenta Granda.
Esos trabajos forman parte de las obras de mantenimiento preventivo que la Epmaps despliega en diferentes quebradas de la capital, como Santa Rosa I y II (Pomasqui), La Bota, Caicedo (El Bosque), Singuna (Condado), Shanshayacu (Quitumbe), Huasipungo (Armenia) y Guamaní.
Los equipos técnicos y operativos trabajan con el soporte de maquinaria pesada: tres excavadoras, una grúa de excavación profunda, cuatro volquetes y una cargadora frontal. En lo que respecta a las labores de limpieza en las quebradas El Tejado y Armero, hasta la semana pasada se desalojaron 2 000 metros cúbicos (m³) de lodo, piedras y material vegetal.
En la quebrada La Bota se desalojaron 408 m³; en Santa Rosa I se retiraron 158 m³ de material y se limpió la estructura de captación. En estructuras de captación pequeñas, que mantiene la Epmaps en las quebradas Huasipungo y Guamaní, la limpieza es manual.
Las próximas intervenciones se realizarán en las estructuras de las quebradas La Isla, Vásconez y Alcantarilla, en el norte de la ciudad.
En el Municipio se indicó que la estructura de captación permite retener el material sólido, que es arrastrado por la lluvia y evita que ingrese al colector. Tiene la misma función que la rejilla de un sumidero y garantiza un adecuado drenaje del agua lluvia.
Otra zona sensible se ubica en Miraflores, centro-occidente de Quito. Marcelo Páez, presidente del Club Defensores del Bosque de ese sector, pidió a las autoridades que limpien las dos quebradas que se ubican allí, pues hay abundante basura acumulada. “El último fin de semana nos organizamos para limpiar el bosque, pero no podemos hacerlo en las zonas altas, porque son de difícil acceso y se necesita maquinaria”.
Otro problema son los camiones que arrojan escombros desde las partes altas de Toctiuco, afectando el ecosistema del sitio. En la mayoría de quebradas del Distrito Metropolitano, otros factores que influyen son las descargas con residuos agrícolas o cultivos en taludes, como ocurre en las zonas centro y norte. También se hacen rellenos para el desarrollo de vías y de proyectos urbanos, así como la excavación de material pétreo en lecho de ríos como ocurre en el valle de Los Chillos.