Los peatones utilizan toda la calzada de la calle Manabí, entre Flores y av. Pichincha. Foto: Alfredo Lagla / EL COMERCIO
Con la reciente habilitación del bulevar de las calles Manabí y Flores, sector de la Plaza del Teatro, el comercio y la cotidianidad están cambiando.
Esta zona es altamente comercial, con alrededor de 192 negocios de alimentos, servicios de salud, joyerías y más, que se emplazan en el perímetro de esta obra.
De esta cifra, el mayor número de negocios (30) tiene relación con comidas: restaurantes, locales que expenden jugos, tiendas de abarrotes y panaderías (ver info).
Desde el inicio de la construcción del bulevar, en agosto pasado, varios negocios aprovecharon para realizar modificaciones y ampliaciones. La previsión es que con el cierre del paso a los vehículos aumente el número de clientes y las ventas se incrementen.
Uno de los locales que vio una oportunidad de crecimiento fue Sublimados GMB. Su propietario, José Moreno, explicó que desde que empezaron los trabajos en la calle Manabí pensó en crear una línea de camisetas exclusivas para los transeúntes. Antes solo vendía a los talleres.
La peatonalización también llevó a una mejora de las fachadas. Uno de estos locales es el de Magdalena Carrera, propietaria del Pollo Criollo. Ella pintó la fachada de su negocio, colocó flores en los balcones y piensa habilitar una zona de residencia temporal para turistas en el segundo piso de su negocio.
Este cambio también influyó en la contratación de mayor personal y la ampliación de los locales como es el caso de Javier Filián, de 51 años. Él contó que mientras se construía el bulevar, a la par, amplió su local de comidas. Aumentó las mesas y el número de empleados. Antes solo eran dos personas las que atendían el negocio; ahora son cuatro. Sus ventas han crecido un 40%, indicó.
Los cambios que se planean en los negocios tras la apertura del bulevar se encaminan a mejorar y variar la oferta de servicios. Ximena Tello, propietaria de Los Caldos de Edelmira Morales, planea añadir algunos platos dentro del menú; eso sí, sin afectar los tradicionales platos que son conocidos por sus clientes.
Hay otros propietarios que esperan una mayor llegada de clientes y, por ende, de sus ingresos. Édgar Chicangana tiene su negocio de juguetes, ropa y artículos varios desde hace seis años en la calle Manabí. Espera que sus ventas se incrementen entre un 15 y 20%, en los próximos meses.
Otro de los cambios es el interés de vecinos y propietarios de locales comerciales por reunirse e intercambiar opiniones sobre las mejoras en el sector. Hasta la fecha se han reunido en dos ocasiones para abordar estas temáticas. Si bien la convocatoria todavía es reducida seguirán con este empeño, señala Martha García, dueña de un local de telas.
Ella cree que con la acción de vecinos y comerciantes, y el apoyo de las autoridades, sacarán ventaja a la obra.
Esta experiencia de la peatonalización y su influencia en el la cotidianidad de sus entornos se generó, con mayores y menores resultados, en Pomasqui y Cotocollao, en el norte; la Naciones Unidas, en el centro norte y La Jota, en el sur. En la lista están calles como La Michelena, en el sur; esta última incluye la reubicación de un centenar de comerciantes que ocupa las aceras.
Sin embargo, hay un tema que preocupa a los moradores y propietarios de negocios en el sector de la Plaza del Teatro. Se trata de la llegada esporádica de trabajadoras sexuales a este bulevar. Ayer, al mediodía, hubo un incidente que obligó a la intervención de policías nacionales. En el sector están a la espera de que se concrete la reubicación anunciada el año pasado por el Municipio.