La reacción es siempre igual. Ocurre la tragedia, llegan las autoridades y organismos de socorro, se limpia el lodo, se cuentan las víctimas y se buscan las causas. Todo con el objetivo que la desgracia no se repita.
Así se lo hizo en esta zona en 1975, en 1997 y ahora. La Alcaldía anunció que invertirá USD 8,5 millones como parte del Plan de Rehabilitación, Reactivación y Recuperación del sector.
La parte técnica se centrará en la intervención de Agua de Quito. Othón Zevallos, gerente de la entidad, explica la intervención. Para entender la obra se debe saber cómo operan las estructuras que se ubican en las quebradas.
En la parte alta de El Tejado, por ejemplo, hay tres estructuras de cemento tipo rejas llamadas diques, que sirven para evitar que las ramas que se desprenden de la montaña lleguen a la zona baja.
En el lugar donde termina la quebrada y empieza la zona poblada hay lo que se conoce como embalse, que sirve para captar los flujos que bajan de las laderas. Luego el agua se conduce por el sistema colector hasta el río Machángara.
Ese embalse tenía una capacidad para recibir 4,5 millones de litros de líquido, pero cayeron cerca de 30 millones. En el 1995, cuando esas estructuras se construyeron como parte del proyecto Laderas del Pichincha, cumplían su propósito, pero hoy ni la ciudad ni el clima son iguales.
La lección está clara: las estructuras que tienen más de 27 años ya no son suficientes.Por eso, el objetivo es ampliar y reforzar esas estructuras. Al momento, los diques en la quebrada tienen unos tres metros de alto. La propuesta es instalar más estructuras de hasta cinco metros.
Además, se ampliará el reservorio en la zona baja, se buscará la manera de ganar más espacio para tener más volumen de almacenamiento. La instalación de un sistema de alerta temprana también está contemplada. Consiste en medir la cantidad de lluvia que cae en la zona y tener modelos para estimar los caudales que pueden bajar por el barranco.
Se debe instalar medidores en la quebrada que mandan una señal a un centro de control advirtiendo que está bajando un aluvión. Para eso, dice Zevallos, es clave un protocolo de alarma para poner a funcionar sirenas en cada barrio que podría ser afectado.
Es fundamental la capacitación a la población para que, una vez alertada, pueda ponerse a buen recaudo y así salvar vidas.Se prevé que la intervención en esas infraestructuras de captación, diques y el piloto de la alerta temprana, solo en la quebrada El Tejado, cueste USD 2,5 millones.
Para tener una idea, entre 1995 y el 2000 se construyeron 55 estructuras de control en las 33 quebradas de las laderas de ese complejo montañoso. La inversión fue de USD 25 millones.
Zevallos calcula y estima que para intervenir en todo el Distrito se necesitarían más de 200 millones. El presupuesto anual de la empresa es de USD 160 millones para atender todo lo relacionado al tratamiento de agua potable, nómina y demás. Para inversión disponen USD 49 millones.
Desde la tragedia, se debate que el aluvión se pudo evitar si se hubiese dado un correcto mantenimiento a las captaciones. La empresa niega que el evento ocurrió porque no se realizó la limpieza de las quebradas y pide que la comisión técnica investigue.
Zevallos dice que cuando asumió la Gerencia, el 25 de octubre del 2021, la empresa estaba en crisis y que no tenía el contrato de mantenimiento de quebradas, porque el 8 de marzo del 2021, en la alcaldía de Jorge Yunda, se lo declaró desierto. Así, los barrancos pasaron más de año y medio sin un mantenimiento profundo.
La actual Gerencia reinició el proceso, pero como había un examen especial de Contraloría, se debieron revisar precios y especificaciones y desplegar un gran trabajo técnico. Los pliegos están listos y esperan en 15 días subir a concurso, y en máximo tres meses firmar el contrato.
Hasta tanto, están haciendo un contrato de emergencia por USD 150 000 para -a más tardar la otra semana- atender las quebradas. El presupuesto para limpieza y mantenimiento de quebradas por un año en todo el Distrito es de USD 1,5 millones.Pese a que no hubo un contrato, dice el gerente, Agua de Quito trabajó con sus recursos para mantener habilitadas las estructuras, priorizando las más urgentes.
Para Jorge Valverde, exdecano de Ingeniería Civil de la Politécnica Nacional, es hora de que el Municipio mire a la academia para que ponga su parte con estudios y asesorías. Su propuesta es que los profesionales de las cerca de 30 facultades de ingeniería del país estudien las laderas, inspeccionen e identifiquen las que necesitan atención urgente.