Cuatro de cada 10 quiteños no desearía vivir cerca de una persona con VIH. ¿Por qué surge ese rechazo?
Es por el bajo nivel cultural que tenemos, incluyendo a quienes tienen títulos universitarios. No leemos más allá de lo que nos toca. No se amplía la mente a nuevos enfoques. Cuando no nos afecta no nos interesa saber más sobre el tema. Esto genera desconocimiento y miedo.¿Miedo a qué?
Le tememos a lo que no conocemos, no sabemos nada del VIH-Sida, en lo poco que se conoce hay prejuicios. Esto es lo que genera intolerancia a las personas diferentes. Aquí, la tradición juega un papel importante. Si mi papá fue homofóbico yo también lo soy.
¿Cómo cambiar?
Debemos ser críticos, somos buenos para ver los defectos de los demás, pero no los propios. Sin embargo, cuando nos toca vivir esta situación, nuestra forma de pensar cambia automáticamente. Es decir, pienso de determinada forma según lo que me conviene. Si no me afecta, entonces sigo pensando mal. Insisto, es una cuestión cultural.
¿Cómo fomentar una mejor cultura ciudadana?
Primero hay que abrir la mente a nuevas realidades. La clave está en la lectura, en autoeducarse. Hay que ir más allá de lo que sabemos. Así cambiará la forma de pensar y actuar.
Es urgente sensibilizar a los padres para ir cambiando el imaginario.
Insisto, la lectura es la clave para aceptar nuevos enfoques. Los padres deben empezar a autoeducarse para formar a sus hijos. El diálogo es fundamental. Los padres deben conversar de diferentes temas. La educación debe empezar por la casa. Cada vez hay nuevos casos de VIH por falta de conocimiento.
En la ciudad han existido campañas, foros y conferencias, pero no han sido suficientes, ¿qué hace falta?
Hay que innovar en los métodos, dejar de usar los afiches que nadie lee. Las campañas por medio de la televisión y las radios populares serían una opción.
En la casa, en la escuela o en el barrio ¿cómo podemos colaborar para mejorar la convivencia con los demás?
Hay que despertar conciencia. La ideología de las personas no es estática. El conocimiento es la solución definitiva.
¿Cómo lograr que el quiteño respete la diferencia?
Con respeto y conocimiento. Hay que aprender a aceptar las diferencias, independientemente de que nos guste o no. Además, las nuevas generaciones nos obligarán a aceptar los temas que son tabú.