Hoy, Quito y el país conmemoran un aniversario más de la gesta heroica del 10 de Agosto de 1809.
Uno de los lugares que recuerda esta fecha es la Plaza Grande. Ahí, en el centro, se ubica el monumento levantado en honor a los próceres de la independencia.
Todos los lunes, a las 11:00, se realiza el cambio de guardia presidencial. Desde hace 12 años, Nancy Nieto, guayaquileña que reside en Quito desde hace 32 años, llega todos los lunes a la plaza para presenciar el acto. Va vestida de Manuela Sáenz.
Su propósito es resaltar el protagonismo de la ‘Libertadora del Libertador’. Otro personaje que rinde homenaje a los héroes de la independencia es Eduardo Espinosa. Él es abogado de profesión y desde hace cuatro años se dedica a coleccionar botones, parches, objetos personales como las cucharas que usaban los soldados de la época independentista y la indumentaria militar.
Para Nieto y Espinosa, esta fecha es una de las más importantes en la historia del país. Ambos tienen una memoria envidiable. Recuerdan con exactitud los hechos, las fechas y los nombres de quienes participaron de la lucha independentista.
Ambos coinciden en que, quienes visiten Quito, deben conocer el Museo Alberto Mena Caamaño. “Ahí se recrean las escenas de la masacre de los próceres en los calabozos del ex Cuartel Real de Lima”, comentó Nieto. Espinosa, en cambio, recordó que el pasado 2 de Agosto, él junto con un grupo de estudiantes de Arquitectura y Museología de la Universidad Tecnológica Equinoccial, colocaron sobre la figura de Carlos Montúfar dos medallas de bailén y un escudo de Tudela.
Eduardo Espinosa. Abogado y coleccionista
Su pasión: los soldados de la Independencia
[[OBJECT]]
El gusto por coleccionar y la búsqueda de la identidad del Ecuador son contagiosos, confiesa Eduardo Espinosa. Es abogado de profesión y desde hace cuatro años dedica una parte de su tiempo al estudio de la historia militar del país: uniformes, reglamentos, forma de vida e indumentaria.
La investigación le permitió diseñar 400 imágenes de los uniformes que usaron los soldados de la región, desde que Ecuador fue parte de la Gran Colombia hasta la actualidad. Dividió las imágenes por regimientos y batallones. Su archivo es amplio, va desde el tiempo de la Colonia, pasa por la Época de la Independencia, el Alfarismo y termina en la Época Republicana.
En su casa, ubicada en el norte de la ciudad, hay varios adornos que tienen un aspecto antiguo. Sobre una mesa de madera, en el centro de su sala, hay varios objetos que a simple vista no se diferencia qué son. Espinosa se sienta sobre la alfombra que recubre esa parte de la casa y toma una a una las piezas. Una de ellas es una canana (bolso de cuero).
“Aquí, los soldados de la época guardaban los cartuchos, que eran hechos con una bala de plomo o piedra y pólvora”, comentó. Cada canana contenía una base de madera en la que cabían de 17 a 20 cartuchos. También cuenta con cajas y partes de los mosquetes (fusiles utilizados en esos tiempos).
Comenta que los mosquetes eran cargados por donde salían las balas. El disparo producía humo blanco que dificultaba la visión de los soldados. “Muchos de ellos se quemaban el rostro”, comenta.
En una de las habitaciones guarda cascos, figuras religiosas, muebles, entre otros objetos. Parecería que las cosas están desordenadas, pero Espinosa sabe con exactitud dónde está cada una.
Entra a la habitación en búsqueda de una réplica de las granadas que usaron los soldados en las batallas independentistas. Se detiene un momento en la puerta, cierra los ojos por un instante y se acerca a una esquina del cuarto. De entre unos libros y películas saca la granada y la muestra. Comenta que los soldados más altos eran quienes portaban las granadas.
La habitación es amplia, pero resulta difícil moverse por allí. La cantidad de cosas que hay obliga a caminar de lado. Antes de salir, mira hacia abajo. Ahí hay una vitrina de 60 centímetros de alto. dentro de ella se muestra una colección de 250 soldados de plomo elaborados por él.
Los figuras militares miden 54 mm, tienen una estructura de metal y alambre y son recubiertas con masilla. Espinosa comenta que dependiendo de la dedicación que se le dé a cada figura se tarda alrededor de un mes en hacer una. Uno de los soldados lleva puesta una canana y sostiene una bandera roja con asta blanca. Esta bandera se usó el 10 de Agosto de 1809 como sustitución del nuevo régimen y símbolo del nuevo amanecer.
Además, con la colaboración de investigadores y amigos juntó 25 cascos de soldados de distintas formas, 40 réplicas de armas y más de 6 000 imágenes que representan la evolución de los ejércitos de España, América Latina y del país.
“Si no se investiga, uno se come el cuento. Es el deseo de descubrir la verdad y difundirla entre los jóvenes”, dice como si estuviera dando una cátedra a sus estudiantes.
Nancy Nieto. Ciudadana
Todos los lunes viste como Manuela Sáenz
Son las 10:50 del último lunes. Por la calle Venezuela, en el Centro Histórico, camina presurosa Nancy Nieto, una guayaquileña que reside en Quito desde hace 32 años. Ella viste una blusa blanca de manga larga, una capa negra de terciopelo, un pantalón de tela rojo y lleva unas botas negras, de estilo militar. Su traje es una réplica del de Manuela Sáenz, vestida de coronela del ejército libertario.
Nieto tiene el cabello negro y rizado, con su mano derecha sostiene una bandera roja con dos franjas blancas. “Esta bandera se usó el 10 de Agosto de 1809. La traje para rendir un homenaje a los héroes de la gesta libertaria”. comenta. Camina por el petril de La Catedral y llega hasta el frente del Palacio de Carondelet. Ahí, las personas la ven con asombro y le dan paso para que ocupe la primera fila para presenciar el cambio de guardia presidencial.
A esa hora, un grupo de seis policías metropolitanos cerraron el paso alrededor del monumento de la Independencia. Son las 11:00 y desde la entrada del Palacio Presidencial desfila el grupo de Granaderos de Tarqui. Las trompetas y el redoble de los tambores se escuchan y por momentos detiene el paso de quienes transitan por este sector de la urbe.
La ceremonia continúa con la presencia del ministro del Interior, José Serrano. Nieto escucha con atención las indicaciones que, desde un micrófono, se da a los Granaderos para realizar el cambio de guardia. “Lealtad hasta el sacrificio con honor y disciplina”, es el lema que los Granaderos con fuertes y unificadas voces anuncian.
Ratifican el compromiso de brindar seguridad al Palacio de Carondelet y cuidar la integridad del presidente Rafael Correa. La Escolta Presidencial ha sido cambiada y desde los parlantes se escucha una pista musical para entonar el Himno Nacional. Nieto levanta la bandera roja con franjas blancas y canta con fervor.
A las 11:40 concluye el cambio de guardia. Los turistas se acercan a ella para tomarse fotografías. Uno de ellos es Elquín Herrera, de Venezuela. Nieto acepta con agrado, mientras posa y mira el flash de las cámaras.
La mujer de 48 años cuenta que un 16 de junio de 1822, en medio de cohetes, fuegos artificiales y repiques de campanas, Simón Bolívar conoció en Quito a Manuela Sáenz, el gran amor de su vida y su fiel defensora.
“Ese día, Bolívar entró a la ciudad en medio de aclamaciones. Antonio José Sucre, el héroe de la Batalla de Pichincha, le precedía. El pueblo aclamaba a sus libertadores y desde los balcones, las mujeres les lanzaban flores, una de ellas fue Manuela”.
Todos los lunes, Nieto permanece en la plaza hasta las 12:30. Durante ese tiempo conversa con los turistas nacionales y extranjeros sobre la vida de Manuela. “Es como escuchar una cátedra de historia”, dice Manuel Cando, mientras permanece sentado sobre su bicicleta.
Nieto guarda en su casa, ubicada en La Recoleta, cinco trajes diferentes de Manuela. Comenta que hace un año realizó un estudio de los diarios de Manuela y se los mandó a confeccionar. En su cartera guarda una agenda histórica sobre las fechas importantes de la vida de la heroína. Asegura que el proceso libertario del país tiene nombre de mujer.