Los grupos y comités barriales no decaen en medio de las crisis

Moradores de Acacias de Carapungo apoyan a la gestión del dirigente Julio C. Casco, para que sigan las obras. Foto: Cortesía Comité Acacias de Carapungo

La recuperación de bienes abandonados, la protección de espacios patrimoniales y obras barriales son iniciativas ciudadanas que intentan mantenerse en pie, pese a los conflictos municipales y a la pandemia.

En el Distrito, en lo que va de este 2021, están registradas 523 asambleas ciudadanas en las nueve administraciones zonales, según la Secretaría de Coordinación Territorial y Participación Ciudadana.

Su conformación se basa en el Sistema Metropolitano de Participación Ciudadana y Control Social, que establece la formación de asambleas barriales, parroquiales, zonales y la Asamblea de Quito.

Entre estos grupos está la Asamblea Barrial La Mariscal, con cuatro años de existencia. Con su dirigente, Iván Alemán, desarrollan varios proyectos por cuenta propia.

Por ejemplo, desde el 2020 trabajan en la recuperación de un inmueble abandonado por más de 10 años, que se tornó un foco de insalubridad e inseguridad. Ahora es la Casa de Saberes, ubicada en la Luis Cordero y Juan León Mera.

La moradora y artista Verónica Parra está al frente de esa restauración, con otras gestoras culturales. Juntas consiguieron la colaboración de artistas y vecinos para pintar las paredes, limpiar los pisos y reponer techos para convertirlos en aulas de clases de pintura, yoga, danza y teatro. Los talleres se imparten de lunes a viernes, en diferentes horarios.

Verónica Parra, vecina de La Mariscal, recuperó una casa abandonada para un centro cultural, con otros artistas. Foto: Vicente Costales / EL COMERCIO

En La Floresta tampoco mermaron las iniciativas. “El barrio tiene en su genética el chip de la participación. Tenemos, objetivos claros y principios”, asegura Rocío Bastidas, líder del comité barrial.

Durante la actual administración, esta agrupación ha tenido una posición crítica respecto de las intervenciones que se realizaron en el Hotel Quito, un bien patrimonial.

Sus denuncias llegaron hasta la Agencia Metropolitana de Control, entidad que clausuró los trabajos tras una inspección en junio pasado. También impidieron la entrega de licencias para negocios no permitidos en una zona residencial.

El comité está conformado por 70 miembros y uno de sus orgullos es la creación de un libro sobre los 100 años de historia de La Floresta, escrito por 12 académicos y moradores. El texto está terminado, pero su lanzamiento sigue pendiente.

La lucha por defender el desarrollo del casco colonial es el objetivo del Frente por la Defensa del Centro Histórico, creado en el 2018. Amanda Tul vive desde hace 20 años y ha trabajado casi 40 en la zona. Ella cuenta que con la gestión del grupo se detuvo el avance de la peatonalización de la calle García Moreno, prevista en un inicio hasta la Basílica.

Según el Frente, desde que no pasan autos -agosto del 2018- se mermó el movimiento, decayó el turismo y se atrajo a la delincuencia.

El Frente por la Defensa del Centro Histórico ha insistido en el retiro de las vallas metálicas de varias calles. Foto: Diego Pallero / EL COMERCIO

El grupo, conformado por 30 integrantes, también incidió en el retiro de las vallas metálicas de varias calles céntricas.

Otro grupo que se sostiene está en Acacias de Carapungo, en el norte de la urbe. Allí, Julio César Casco tomó las riendas del liderazgo barrial hace siete años, para lograr obras de agua potable, energía eléctrica, juegos infantiles, entre otros.

“Fue duro hacer entender a la gente. Hay poca colaboración. Ahorita tengo credibilidad por las obras”, asegura.

Pero pese a que el trabajo persiste, considera que el respaldo no es el mismo y esto se debe a la crisis en el Municipio.

William Basantes, presidente de la Federación de Barrios de Quito, coincide con Casco en que la inestabilidad de la Alcaldía afecta a los liderazgos y generan desánimo. “La ­inacción del Municipio decepciona a dirigentes barriales, porque se han cansado de estar de ventanilla en ventanilla”. Esta organización acoge a 300 dirigencias de los 1 800 barrios del Distrito.

Edison Hurtado, sociólogo de la Flacso, cree que la participación ciudadana se desarrolla en torno a los pedidos o demandas basadas en las necesidades de su zona y, en otros casos, están relacionados con intereses económicos.

Ambos propósitos, afirma, se pueden ver afectados por la fragmentación. “Una crisis de representación política hace que se generen trabas en los núcleos de participación”.

Desde la Asamblea de Quito, ese espíritu por llamar la atención al Municipio por obras pendientes no se debilita. Al contrario, el delegado Roberto Guamán cree que eso despierta mayor interés y se transforma en veeduría. “Es crítico pero intentamos transmitir la información verídica de cómo se ven las cosas, porque esa es nuestra responsabilidad”.

La inestabilidad en el Municipio de Quito dilata obras y trámites. Hay reclamos de dirigentes gremiales y colectivos » https://bit.ly/3DmmtPG

Posted by El Comercio on Friday, August 27, 2021

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