Al término de una sesión conmemorativa que el Concejo Metropolitano realizó ayer en homenaje al 10 de agosto de 1809, el alcalde Augusto Barrera y los concejales se trasladaron hasta la Plaza Grande. Al pie del monumento en honor a los próceres de la Independencia, las autoridades municipales colocaron una ofrenda floral con los colores de la bandera de Quito.
Luego del acto protocolario, algunos curiosos y turistas se acercaban a mirar de cerca los arreglos. La visita de los turistas Roger Haugen y Silvana Haugen coincidió con la conmemoración de los 202 años del Primer Grito de Independencia. Con un cielo despejado y con sol iniciaron su recorrido en la Plaza Grande. Ambos se mostraron interesados en conocer más detalles del acontecimiento histórico del Ecuador.
Con una cámara digital, Jaime Rodríguez fotografió a los esposos Rocío Calderón y Sergio Flores, junto a las ofrendas florales y el monumento histórico. La foto costó USD 2. Calderón aprovechó que su cumpleaños coincide con la fecha cívica para realizar un recorrido turístico por el Centro Histórico.
En la calle García Moreno, el ingreso al Museo de Cera Alberto Mena Caamaño y al Museo Numismático fue gratuito. Jóvenes y adultos aprovecharon la oportunidad para rememorar los principales acontecimientos y recordar a los personajes que intervinieron en el proceso independentista. Tania Romero y cinco amigas llegaron temprano para recorrer el Museo de Cera.
Las escenas de la masacre de los próceres en los calabozos del ex Cuartel Real de Lima fueron las que más impactaron a las jóvenes. Quienes acudieron al Museo Numismático pudieron conocer las monedas de dos Reales, con la imagen del Rey Fernando VII, las cuales fueron utilizadas durante la época de las revueltas independentistas.
En la iglesia de La Compañía, 11 personas miraban con atención la película 1809-1810 Mientras llega el día, del director ecuatoriano Camilo Luzuriaga.
El filme recrea los principales acontecimientos de la insurrección quiteña. En las calles, en la mayoría de balcones y portones flameaban banderas.
Con un paquete de banderas del Ecuador y de Quito sobre su hombro, Susana Taco caminaba por la calle Guayaquil, en busca de clientes. Hasta las 11:00 de ayer, vendió 50 de las 90 banderas que confeccionó con motivo de la celebración del Primer Grito de Independencia.
Los dueños de los locales comerciales de la zona eran sus principales clientes. En el Centro Histórico, la mayoría de casas estaba embanderada. En la entrada del local de Beatriz Cartagena había dos banderas. Para ella, esa tradición en las fechas cívicas, además de una obligación, le da colorido a la ciudad.
Un ambiente de feriado
Desde las 08:00 de ayer, las calles aledañas a la Asamblea Nacional fueron las más congestionadas del centro-norte de Quito.
La calle Juan Montalvo, frente a la Contraloría, por la cual ingresó el presidente Rafael Correa, a las 10:00, estaba flanqueada por soldados y policías. Algunos francotiradores del Ejército Ecuatoriano se apostaron en la terraza del Congreso.
Por la Gran Colombia, siempre congestionada, era casi imposible transitar. Los buses iban despacio, al igual que los autos. Los policías se afanaban para que hubiese más fluidez en el tráfico.
Por ello, la gente prefirió bajar de los buses -a la altura del parque El Arbolito- y continuar su trayecto a pie hacia el Centro Histórico. Eso hizo Rosendo López, un limpiabotas que corría con su cajón para ubicarse en la calle Piedrahíta, entrada al Congreso.
“Luego de la sesión tendré muchos clientes, así es siempre”, dijo, y se perdió entre la multitud.
La calle Hermanos Paz y Miño fue cerrada, por lo que el tráfico por la avenida 6 de Diciembre fue lento. Al margen de este inconveniente, el día transcurrió con normalidad. Los empleados de la Contraloría trabajaron, pero aparecieron cuando la ceremonia iba a comenzar y al término de esta, a las 13:30, cuando salían los ministros, legisladores, diplomáticos, etc.
Mientras el Presidente daba su informe a la Nación, alternando con la intervención de varios ministros, en la calle Juan Montalvo, un centenar de seguidores, provenientes de los barrios Pisulí, Comité del Pueblo, y otros, no dejaban de gritar consignas a favor del Régimen.
Portaban banderas verdes de Alianza País. Los transeúntes iban y venían. Algunos se detenían un instante a recibir ejemplares gratuitos del periódico oficial El Ciudadano, otros avanzaban a las notarías y a los juzgados que operan en ese sector.
Al mediodía, los restaurantes y cafeterías de la calle Sodiro, contigua a la maternidad Isidro Ayora, estaban llenos. Por ejemplo, en la Frutería Monserrate no había una mesa disponible, lo mismo se veía en el Pollo Campero. Asimismo, la gente que tramitaba escrituras de diversa índole entraba y salía del edificio Atenas (avenida 6 de Diciembre), uno de los más grandes de la zona y en el que despachan varias notarías.
A las 12:00, en La Alameda había poca gente. Conforme pasaba el tiempo, y la ceremonia concluía, el conocido parque se llenaba y los botes accionados mediante pedales fueron muy solicitados. Decenas de colegiales, aún en vacaciones, y la gente de las barras gobiernistas fueron a descansar en el sitio. Allí el ambiente parecía de feriado.
Lucía Logroño, alumna del Colegio Simón Bolívar, jugaba con sus amigas en los surtidores de agua, cercanos a los canales. “Aprovechamos los últimos días de sol y de verano para venir a mojarnos un poco”, explicó, con una amplia sonrisa.
José Castillo, de la Asociación de Cañicultores de Imbabura y Carchi, que vino para apoyar al Presidente, enrolló su cartel y con otros amigos se recostó en el césped del parque. “La jornada fue dura -dijo- ahora vamos a reponer fuerzas para volver a Ibarra”. El grupo de amigos se acercó a un puesto de frituras. Algunos niños correteaban con sus pequeñas cometas y los negocios callejeros, que ofrecían música popular, estaban con sus ritmos a todo volumen. A las 14:00, todo se normalizó y el tráfico volvió a fluir.