Eduardo Kingman está entre los máximos representantes de las artes plásticas ecuatorianas contemporáneas. Su casa solía ser la panadería del barrio San Rafael, en el valle de Los Chillos. Allí, el pintor vivió sus últimos 30 años, ya como un artista consagrado. Su muerte se produjo en 1997 y tres años más tarde falleció su esposa.
La casa se ha mantenido tal como quedó. Algunas obras expuestas, entre esculturas y pinturas, fueron creadas como parte de la colección que decoraba el sitio. En el comedor se exhibe el cuadro La Feria de Sangolquí (obra que nunca ha salido de ahí). También se muestra la colección privada del artista de arte colonial.