A las 10:20 del martes pasado, Sonia Mier se bajó del bus número 20 de la Cooperativa Guadalajara. Ella se quedó en la Panamericana Norte y Padre Luis Vaccari, en la entrada a Calderón.
Allí esperó otro bus para ir a su casa, en el sector de Marianas. En cinco minutos llegó una unidad de la Cooperativa Kimera. Junto a ella estaban ocho personas.
En Calderón es complicado tomar un bus para ir a los barrios Zabala, Carapungo, La Esperanza, Marianas, San Francisco, Llano Grande y San José de Morán. Tres cooperativas de buses, con capacidad para 15 personas, ofrecen el servicio en el sector.
Mier se sentó en la primera fila, en menos de cinco minutos todos los asientos y el estrecho pasillo estaban ocupados. Sobre el vidrio de una de las ventanas había una hoja de papel con la leyenda: ‘Guarde su boleto, acumule 15 y tiene un viaje gratis’.
Juan Jácome, chofer del bus de la Cooperativa Kimera, informó que las unidades circulan desde las 06:00 hasta las 20:30. En las noches, a Diego Alvear se le complica mucho llegar a su casa. “A las 19:00, en la entrada a Calderón, es difícil tomar un bus”.
Las unidades salen con un intervalo de 15 minutos. Por ello, en las paradas siempre hay acumulación de personas.
Alvear asegura que es más complicado cuando los estudiantes no están de vacaciones.
Betty Miranda, moradora del sector, dice que es incomprensible que no haya buses tipo para las aproximadamente 8 000 personas que viven en esos barrios.
Las paradas no tienen infraestructura. Por esa razón, cuando llueve, los usuarios se mojan y cuando hace sol, no tienen dónde cubrirse. Es un desorden, la gente no hace fila y cuando ya llega el bus, se amontonan al filo de la vereda. Las personas de la tercera edad y los niños se abren paso, entre empujones, para subir.
Hay otro peligro. En el ingreso a Calderón, sobre la Panamericana Norte, no hay un puente peatonal. La mayoría de personas cruza corriendo la calzada, entre la fila de carros que se forma cuando la luz del semáforo está en rojo. El sector es muy transitado.