La conspiración estalló el 10 de Agosto de 1809. Un grupo de patriotas obtuvo el apoyo de las tropas locales y apresó a los miembros del Gobierno español, en la Audiencia de Quito. El prócer Antonio Ante fue el encargado de dar a conocer al conde Ruiz de Castilla, cabeza del Gobierno en Quito, su destitución a través de una carta.
Ese fue el inicio del fin de la Colonia. Según libros de historia, los criollos se rebelaron contra Castilla, declararon irreal el Régimen de la Audiencia y crearon una Junta de Gobierno.
Hernán Rodríguez Castelo, en su ensayo ‘La gloriosa y trágica historia de la Independencia de Quito’, sostiene que la primera conjura de la revolución en la capital nació en la Navidad de 1808, en la hacienda del marqués de Selva Alegre, Juan Pío Montúfar. Sin embargo, la revuelta de insurgentes criollos se concretó el 10 de Agosto de 1809.
España intentó abolir los aires libertarios. En diciembre de 1809 ejecutó el arresto de 74 próceres de la élite quiteña. Ocho meses más tarde (el 2 de Agosto de 1810), los próceres fueron asesinados en la matanza que tuvo como escenarios al Cuartel de la Real Audiencia de Quito, la Plaza Mayor y las calles de Quito. Allí fue donde murieron más de 300 quiteños. Esa masacre encendió una reacción en el continente.
En 1809 también se produjeron las revoluciones autonomistas en Chuquisaca y La Paz, zonas importantes de Bolivia.
Casa donde habitó Manuela Cañizares
Una placa empotrada en la pared
Un negocio de revistas, un local de cabinas telefónicas y otro de hilos y telas funcionan en el primer piso de la casa con frente a la calle García Moreno, en el Centro. Allí, según la historia, era el lugar donde arrendaba Manuela Cañizares una pieza, en la época de la Independencia.
En una pared cuelga un letrero con el referente histórico. En la placa hay un texto. “En este sitio, y en la noche del 9 de Agosto de 1809, se reunieron los padres de la Patria para proclamar su independencia”. En la placa, además, se puede ver los nombres de los próceres que participaron en la gesta y la fecha en que fue colocada, en 1881.
En el segundo piso del inmueble funciona el despacho parroquial y la capilla El Sagrario. Las paredes lucen impecables. En el ingreso hay un arco de piedra y una puerta café.
Casa de Juan de Dios Morales
La casa conserva el número 976
Sus gruesas paredes lucen remozadas y la temperatura ambiente es agradable en los pasillos y oficinas del Municipio, que funcionan allí. El inmueble es de dos pisos con el frente a la calle Venezuela, pero hacia la Mejía, es de tres. Conserva el diseño del patio central y una pared con piedra.
Oswaldo Granda, funcionario municipal, dice que según las investigaciones, entre 1479 y 1534, el lugar era considerado como almacenes del Inca. Por la piedra que hay en la pared.
En 1797 fue habitada por Juan de Dios Morales, otro de los protagonistas de la Independencia que se celebra hoy. Luego, en 1910, la vivienda fue el espacio para el Café de los Poetas Decapitados. El espacio fue restaurado en 1997.
Sus dos patios centrales están cubiertos y se instaló una pared acristalada que los divide. Es considerado un bien patrimonial.
Casa de Francisco Javier de Ascázubi
Un inmueble que luce descuidado
Esta casa es uno de los escenarios donde los gestores de la Independencia del 10 de Agosto de 1809 mantuvieron una de las tantas reuniones para planificar la revuelta de hace 202 años.
Sin embargo, en la actualidad pareciera haberse perdido ese valor histórico. Las paredes están despintadas y manchadas.
El inmueble está ubicado en las calles Junín y Flores, junto al Convento de Santa Catalina de Siena. Hay un letrero donde se anuncia que allí se arrienda un departamento. Una gruesa puerta de madera permanece cerrada.
Los vecinos desconocen que en ese inmueble habitaba Francisco Javier de Ascázubi, quien ofreció la casa para una reunión de la Independencia.
Este personaje de esa época nació en Quito y fue teniente coronel. También se dirigió a las provincias en apoyo a la revuelta, con poco armamento.