En octubre de 1998, Nathalie Cely tenía 32 años y trabajaba a contrarreloj para estructurar el bono solidario. El sitio: una pequeña oficina en el tercer piso del ex Conam, en el edificio Corporación Financiera Nacional, en pleno centro económico de Quito.
Lo hizo con un equipo de tres técnicos ecuatorianos y econometristas chilenos. Ellos delinearon el subsidio de 50 000 y 100 000 sucres (USD 7,8 y 15,4 de esa época) que permitiría que el 40% de la población más pobre enfrentara el impacto de la eliminación del subsidio al gas, el diésel y a la energía eléctrica.
Ahora, Cely, una de las ministras más influyentes del área económica, evoca este episodio con nostalgia. Se encuentra en su casa en Cumbres del Valle, una zona exclusiva de Cumbayá.
“Fue una experiencia linda porque apoyaba a la gente. Pero mi paso por el gobierno de Jamil Mahuad fue doloroso porque había problemas. Era una funcionaria de tercera y no tenía la capacidad para cambiar muchas cosas”.
Sin embargo, 13 años después su vida como ejecutiva de Gobierno dio un giro total.
Primero, pasó de un régimen de centro-derecha al actual, de izquierda. Luego, como Ministra Coordinadora de la Producción de Rafael Correa -a diferencia de 1998- trabaja en una amplia y elegante oficina del cuarto piso del edificio Altana Plaza, en el moderno sector de La Paz, norte de Quito. Ella ha influido en algunas decisiones presidenciales.
Una de las más decisivas fue la modificación del proyecto de Reforma Tributaria hace un mes.
Un mensaje de Twitter, escrito por Cely, la noche del 13 de junio, reveló cómo en apenas 10 horas y media después de la explicación del contenido del paquete fiscal, por todo el frente económico, un estudio técnico elaborado por su equipo sacó de las medidas impositivas a las fundas plásticas. Allí se sintió el peso de su palabra y acción en el Gabinete.
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Como en esa ocasión, el aporte de sus colaboradores, todos técnicos, es clave para el desarrollo de las políticas ministeriales. Veinte, de los cerca de 90 funcionarios del Ministerio, son los de mayor confianza. Tienen títulos de cuarto nivel, hablan al menos dos idiomas y dominan las tecnologías de la información y comunicación (TIC), en especial los teléfonos inteligentes. Algo más: la mayoría es joven (entre 30 y 40 años).
El dominio de las TIC es clave si quieren seguir el frenético ritmo de la funcionaria. Está siempre conectada a las redes sociales, al igual que su equipo, lo que no es del agrado de algunas personas.
Renato Carló, presidente de la Asociación de Laboratorios Farmacéuticos del Ecuador (Alfe), aseguró que en las reuniones de fijación de precios de los medicamentos ella pasaba concentrada en su computador y su iPod. Además de esos aparatos, tiene dos celulares, uno de la estatal Alegro y otro de la privada Claro.
“No nos prestaba atención y luego salió el Decreto 777 (acerca de los precios de fármacos) diferente a lo que dialogamos. No hay iniciativas para nuestra industria ni para las demás. Ni siquiera lo es el Código de la Producción”. Sin embargo, este es el proyecto estrella del Ministerio de Cely, que fue aprobado por la Asamblea el 16 de noviembre del 2010. Esa normativa define las políticas que conciernen a inversiones, incentivos tributarios, impulso a la micro y gran empresas, etc.
Paco Velasco, del ala radical de Alianza País, tenía recelo de Cely, pues la identificaba con los sectores privados y la banca. Pero conforme avanzaba el proyecto cambió su percepción y cree que tiene sensibilidad social.
A inicios de los noventa, Cely laboró en el sistema financiero privado. Su primer trabajo fue como ‘trader’ de divisas (mesa de cambios) y luego, a los 28 años, Vicepresidenta del Banco Unión, donde colaboró con Roberto Baquerizo, sindicado en el 2000 por irregularidades durante la crisis bancaria de finales del siglo XX.
También trabajó con otro banquero cuestionado: Álvaro Guerrero, vicepresidente del Banco La Previsora y presidente del Conam, durante el gobierno de Mahuad. Él la vinculó como coordinadora del bono solidario.
Guillermo Lasso, presidente del Banco de Guayaquil y ex ministro de Economía, en la época de Mahuad, la recuerda como una profesional seria, siempre dedicada a las tareas encomendadas. Lasso sostiene que se concentra en los desafíos que asume. La califica de interlocutora del Gobierno con los empresarios.
La relación con los polémicos banqueros no impidió su participación en el Gobierno de la revolución ciudadana, al cual llegó en el 2007. Cely recibió una llamada de Correa, quien telefoneó a su casa. “Hola Nathalie, te habla Rafael”, escuchó. “¿Cuál Rafael?”, respondió. “Rafael Correa, el presidente de la República. Quiero que trabajes conmigo”.
Cely ingresó como ministra de Desarrollo Social (dos años), donde impulsó programas de inclusión social. En el 2009, ya en el Ministerio de la Producción, el primer e importante paso que dio fue reunir a los empresarios con el Presidente tras cuatro años de distanciamiento. Es muy exigente, perfeccionista, firme e implacable, según Mauricio Peña, viceministro de la Producción.
Además, es una hábil negociadora. Así consiguió, el 11 enero pasado, que el precio del pan subiera de USD 0,10 a 0,12. Mientras que los panificadores pedían USD 0,13 y hasta más.
Con esto evitó un conflicto social y una posible pérdida de popularidad para el Régimen.
Además de Carló tiene detractores en el sector importador por la restricción de importaciones, la fijación de aranceles, etc.
Las fricciones internas
No tiene empacho en decir lo que piensa. El pasado 7 de abril, durante un acto de la Cámara de Comercio Ecuatoriano-Americana, Cely pidió a los empresarios que escucharan más al Presidente que a algunos ministros.
Esto lo dijo en alusión a la posición de la ministra coordinadora de la Política Económica, Katiuska King, quien sostuvo que la ausencia de la Atpdea se reducía al pago de USD 25 millones anuales por arancel.
“Yo la respeto (a King) y respeto las opiniones, pero no las comparto. Soy una mujer que pelea de frente, con las cartas sobre la mesa. Lo que no me gusta es cuando la gente no pelea de esa misma manera. (En el Gobierno) hay gente que no pelea de frente, hay gente que utiliza métodos que no son éticos”.
También discrepó con el vicecanciller Kintto Lucas, quien mira con recelo el acercamiento con la Unión Europea (UE).
Mientras ella estaba en Bruselas, en mayo pasado, el funcionario de la línea de izquierda señaló que los acuerdos comerciales con el bloque europeo eran una especie de neocolonialismo.
Pero Cely, más pragmática, respondió que Correa apoyó la negociación tras revisar un estudio técnico en el que participó el Ministerio de la Producción.
Lucas se acogió al silencio. No quiso hablar con este Diario sobre el tema. A su vez, King prefirió bajar el tono y añadió que no puede responder a un tema que aún no ha sido publicado.
En las aulas, junto a Correa
Nathalie Cely estudió la primaria y la secundaria en su natal Portoviejo. Pasó por las bancas de la escuela y colegio privado Santa Mariana de Jesús. Su padre, Rodrigo Cely Lasso, un empresario, le inculcó que siguiera medicina.
Era voluntaria en el Hospital Público de Portoviejo, donde vio a un hombre herido y le desanimó.
Con el dinero familiar viajó a Ohio, EE.UU., tomó clases de economía, una ciencia que le gustó.
A su regreso, a mediados de los ochenta, ingresó a la U. Católica de Guayaquil. Allí conoció a Correa, a quien recuerda como un joven inquieto, apegado a los debates.
“Era empeñoso y siempre tuvo el anhelo de ayudar a los más necesitados”, evoca Cely.
Como algo premonitorio, Cely recuerda que Rafael Correa creó un movimiento llamado Alianza País con el cual participó en las elecciones universitarias. Era 1986 y Correa la invitó a integrar su lista. Ella se negó.
Ahora, sonriente, no olvida esos episodios estudiantiles. Se halla en uno de los rincones más queridos de su casa. Allí exhibe con orgullo fotos familiares; una con el presidente Obama (cumbre presidencial de Trinidad y Tobago, 2009); y otras con Michelle Bachelet y con Hillary Clinton.
También le gusta respirar el aire fresco desde su balcón que mira al Pichincha. Pero no deja de pensar en el trabajo. Incluso, su gusto por la tecnología es tal que su esposo, Iván Hernández, “negoció” el tiempo que dedica al trabajo.
“Le he pedido que llegue a casa a las 20:00 para la cena. Y acordamos que al dormitorio no entra ningún aparato electrónico”.
Él piensa que debe existir un balance entre trabajo y hogar.
Esto se puede alterar porque Correa, en el programa ‘La caja de pandora’, de la televisión estatal, mencionó a Cely entre los posibles precandidatos a la presidencia. Fue en abril del 2011.
Ella, dubitativa, afirma que servirá al país desde cualquier frente. Pero Cely no descuida a su familia: el esposo; y los hijos Iván (16 años) y Daniel (14).
Hernández es todo lo contrario de Cely, tranquilo, de hablar pausado. Él maneja la fundación E.ducate, que ha beneficiado a 150 000 niños de sectores populares en Guayaquil. Además instaló 485 laboratorios de computación en las escuelas.
La Fundación surgió en el 2004, luego de que un plan piloto para trasladar tecnología a escuelas unidocentes rurales fuera exitoso. Este plan se hizo un par de años antes con fondos del Banco Mundial (BM). Trabajan con el Municipio de Guayaquil.
Luego vuelve a su casa a retomar el libro que hoy tiene en su cabecera: ‘Rethinking Development Economics’ (‘Repensar el desarrollo económico’), del coreano Ha Joon Chang, quien vino al país, invitado por Cely, en el 2010. Chang dictó una conferencia magistral, en la Capilla del Hombre, en Quito. Chang, profesor de Cambridge, analizó la situación económica del país.
Él recomendó al Gobierno que para salir de la crisis es vital desarrollar una industria de alta productividad. Cely dice que es una meta que quiere cumplirla.
En estos días de verano, la Ministra quema el estrés trotando por las inmediaciones del reservorio de Cumbayá.
Vistiendo su camiseta gris de Harvard se esfuerza por alcanzar la meta sabatina de cinco millas (ocho kilómetros).
Otros detalles
En el 2001 ganó el premio Edward Masson, que otorga Harvard por contribuciones académicas y a la comunidad. También trabajó, a título personal, entre el 2003 y el 2007, en consultorías privadas en Centroamérica y Surinam.
Colaboró en el proyecto de competencias para Ecuador del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Allí reencontró a Rafael Correa, cuando él era ministro de Economía en el Gobierno de Alfredo Palacio.
Creció en el barrio El Samán, de Portoviejo, con su madre Flor María Suárez y su hermana Cynthia.
Hoja de vida
Su experiencia. Nació en Portoviejo el 28 de diciembre de 1965. Es economista. Obtuvo un masterado en Administración Pública en la Universidad de Harvard. Posee un diplomado.
Su punto de vista. Cree que las personas deben decir las cosas con frontalidad y que se debe actuar antes que solo hablar.