En la foto, Los Pibes Trujillo, Luis (i) y Juan Trujillo muestran la portada de su único disco de villancos de Navidad, como Dulce Jesús Mío, Claveles y Rosas o En El Alto Cielo. Foto: EL COMERCIO
Un vinil intacto, dentro de una portada que data del año 1961, amarilla y rasgada en los bordes por el pasar del tiempo. Eso y unas pocas fotografías son los únicos recuerdos que tienen Los Pibes Trujillo de los villancicos que interpretaron en su infancia.
En la cobertura del disco no están Luis, Juan ni Osvaldo, esos pequeños que dieron vida a esas canciones de Navidad, sino la imagen de un pesebre. Osvaldo falleció en su juventud. Luis tiene 69 años y Juan, 68. Ambos recuerdan con cariño a su hermano.
El acetato ha sonado solo seis veces en el tocadiscos de Luis desde el año de su producción, a diferencia de lo que ocurre en las radios, canales y en muchos rincones del país.
Por ejemplo, entre el 1 y el 18 de este mes, esos villancicos sonaron 359 veces en diferentes canales, según la Sociedad de Autores y Compositores Ecuatorianos (Sayce). A pesar de su éxito, los intérpretes nunca han recibido un solo dólar por su uso.
Esto se debe a que las asociaciones que se encargan de garantizar este derecho aparecieron muchos años después. Sayce se creó en 1 973 y la Sociedad de Artistas, Intérpretes y Músicos Ejecutantes del Ecuador (Sarime), en 1999.
Melodías como Dulce Jesús Mío, Claveles y Rosas o En El Alto Cielo despiertan un sentimiento navideño. Pero en Los Pibes, la sensación es totalmente distinta.
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Las cantaron en su infancia bajo la tutela de su tío, de quien prefirieron reservarse el nombre. Fue él quien se encargó de organizar las presentaciones en la iglesia del Perpetuo Socorro y otros sitios emblemáticos de Quito. En esos lugares el trío se dio a conocer.
Ellos aseguran que fueron obligados a cantar por su tío bajo un maltrato psicológico y físico. Eran golpeados para producir las canciones correctamente y “apaleados” cuando olvidaban las letras. Cada vez que iban a cantar en algún lugar, la gente les llenaba los bolsillos de billetes de 5, 10 sucres y a veces hasta más. Al llegar a casa, su tío les enviaba a bañarse. En la ducha, ellos pensaban en comprarse dulces con el dinero, pero al salir las bolsas de sus pantalones estaban vacías.
Los temas se grabaron bajo el sello Ónix, una disquera que se ubicaba en Guayaquil. Ese fue su primer y único álbum.
Años más tarde, Luis conoció que su tío ganó 3 600 sucres por las canciones interpretadas, que “eran un montón de plata en esa época”.
Cuando crecieron dejaron el camino de la música. Luis se dedicó a jugar fútbol y llegó a vestir la camiseta de El Nacional y Juan empezó a laborar como técnico electricista.
Cuando Los Pibes cumplieron su mayoría de edad y tomaron conciencia de que sus canciones sonaban con mucha frecuencia en época navideña, buscaron la manera de ser reconocidos. Pero en aquel entonces, las garantías que tenía un artista para recibir sus regalías eran casi nulas.
Ramiro Rodríguez, director del Servicio Nacional de Derechos Intelectuales (Senadi), explica que, desde entonces, el tema ha registrado avances. El cobro de regalías se hace a través de Sayce y Sarime. La recaudación individual es inviable porque cada autor tendría que ir de puerta en puerta exigiendo el pago.
Los artistas deben afiliarse a una de estas instituciones para recibir los beneficios.
Margarita Laso, por ejemplo, es afiliada a los dos gremios y cobra el valor que le corresponde por sus obras. La artista, además, realiza los pagos debidos cuando hace uso de melodías que no son suyas.
Para ella, lo que realmente falta para que un artista pueda ser reconocido es que los ecuatorianos valoren su obra.
Pese a los progresos, los derechos de los artistas no se respetan del todo en el país. Desde 2012 hasta noviembre del 2019, Sayce ha presentado 275 tutelas (tipo de denuncia). De ellas, 189 fueron resueltas y el resto sigue en proceso.
Hace dos años, Juan Trujillo fue a las oficinas de Sarime con el objetivo de saber si, a pesar de los años perdidos, aún existía la posibilidad de recibir regalías. Según Luis Beltrán, presidente de Sarime, Los Pibes Trujillo pueden recibir estos beneficios a partir del momento en que se afilien.
Para ello, se debe cancelar USD 11,20 en el Banco del Pacífico a nombre de Sarime, dejar una copia de cédula, la producción musical en físico y los temas en formato de mp3.
El valor estimado en este año para cada intérprete es de USD 0,07 por cada reproducción.
El valor desanima a los Pibes Trujillo, quienes prefieren pensar que el mejor pago es mantener sus canciones vivas. De esa forma, dicen, corresponden al sentimiento que ellos tuvieron cuando interpretaron esas piezas musicales, el amor al Niño Jesús.