Los fruticultores tungurahuenses aseguran que este año habrá una buena producción de claudia, pera manzana y durazno.
Las parroquias Huachi Grande, Montalvo y Pasa, en Ambato; y los cantones Cevallos, Pelileo, Píllaro y Quero son los principales reductos de estas frutas que se comercializan en el país.
Se venderán antes, durante y después de la Fiesta de la Fruta y de las Flores.
Avelino Ramírez se dedica a esta actividad desde hace 45 años en Cevallos. Este hombre cree que este año habrá una buena producción, porque no cayó la ceniza del volcán Tungurahua.
En su huerto de dos hectáreas tiene 2 000 árboles de manzana, claudia, durazno y mora. Su terreno está en el barrio El Belén, a un kilómetro del centro urbano.
Según Ramírez, el cultivo de hoja caduca (que cambia cada año por ser un árbol de cuatro estaciones) es bondadoso. “La cosecha comenzó a finales de diciembre y se extenderá hasta abril”.
Este año Ramírez espera cosechar 300 cajones de manzana de 16 kilos cada uno. En su huerta tiene Rome Beauty o Johny y Granny Smith, variedades con una buena demanda en el mercado local y nacional.
Estos productos se pueden consumir en dulce, colada, vinos, mermeladas, licores y la tradicional torta de manzana. La caja se cotiza en USD 18.
También cosechará 60 cajas de ciruelo claudia. En su huerta produce la Reina Claudia y la Mango. Además, sacará 50 cajones de durazno. El precio es de USD 17.
Cuenta que el secreto para una buena producción son el abono, las podas, el riego y el abundante sol. Eso permitió que la producción aumentará este año.
Sin embargo, Ramírez teme que el precio baje en los próximos días. Según él, el ingreso de la fruta de otros países afecta a la producción local. “Hay una competencia desleal y eso impide invertir para renovar los cultivos”.
En eso concuerda Jorge Fabara, técnico frutícola. Según él, la abundancia de frutas se debe a que en la época de floración, entre agosto y octubre, hubo sol y eso ayudó en la polinización.
En Tungurahua hay 2 250 hectáreas sembradas con peras, claudias, manzanas y duraznos en plena producción. Sin embargo, otras 1 600 hectáreas no están bien mantenidas. “La pera uvilla es una de las más apetecidas en el mercado y por eso se la cultiva en gran cantidad”.
Algo similar ocurre con la manzana y los ciruelos claudia. Una de las particularidades en la provincia es que las plantaciones se encuentran dispersas.
Fabara considera que se necesita implementar un plan de recuperación y renovación de los huertos frutales para evitar que los existentes sean talados.
En Cevallos, 800 familias se dedican a la producción de frutas. Ángel Nieto es uno de ellos. En su chacra tiene 2 000 árboles de manzana, pera, durazno y nuez. “La producción comenzó a mediados de diciembre. Ya vendí 40 cajas de pera uvilla y pronto sacaré otras 50. Es una de las más apetecidas en los mercados porque es crocante, dulce y jugosa”.
A tres kilómetros de allí está la huerta de César Salazar. Cuenta con 2 000 plantas de durazno, claudia y manzana. Salazar indica que el año pasado comercializó su producción de durazno en USD 4 000. Ahora espera conseguir una cifra mayor.
Jorge Raza, consultor del Municipio de Cevallos, explica que con el apoyo de las instituciones de educación superior de Ambato y de Riobamba realizan un estudio sobre la situación actual de la fruticultura. “La meta es iniciar un plan de renovación de los huertos con variedades mejoradas de pera, manzana, durazno y claudia. Con esta acción aspiramos mejorar las cosechas y la calidad”.
Las frutas
La pera uvilla es la más apetecida en el país. Su piel es suave y su pulpa es amarilla.
La claudia es uno de los ciruelos más emblemáticos y tradicionales en Ambato.
La manzana puede pesar 600 gramos. Es de color verde y rojizo donde le pega el sol.
El durazno conservero blanco pertenece a la familia de los no abridores.
Las propiedades
La producción de la fruta se adapta al clima templado y se desarrolla entre los 2 200 a 3 400 metros sobre el nivel del mar.
Las frutas son ricas en vitamina B2-B6, C y E. Tienen propiedades antioxidantes y contribuyen al buen estado de las células.
El abono se debe colocar una vez al año. Se practica a 50 centímetros del tallo con abono de origen orgánico.