El presidente de Chile, Gabriel Boric, mostró este jueves 25 de julio de 2024 su respaldo a su homólogo brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva. Dijo que es inconcebible que Nicolás Maduro, amenace con “baños de sangre” si no gana las elecciones del próximo domingo.
Más noticias
“Concuerdo y respaldo las declaraciones de Lula: no se puede amenazar bajo ningún punto de vista con baños de sangre. Lo que reciben los mandatarios y los candidatos son baños de votos y esos baños de votos representan la soberanía popular, que debe ser respetada”, dijo Boric.
Lula reconoció el lunes pasado que se “asustó”. Ocurrió cuando escuchó a Maduro decir la semana pasada en un acto de campaña en Caracas que, si él no resulta vencedor en la contienda electoral, Venezuela caería “en un baño de sangre, en una guerra civil”.
Boric señaló que Lula, el expresidente argentino Alberto Fernández (2019-2023) -quien también pidió un proceso electoral garantista- y él mismo son “profundamente demócratas”. Pidió a las autoridades venezolanas respetar los resultados “por el bien de Venezuela y de toda América Latina”.
Gabriel Boric pedirá respeto por los resultados
Maduro, en el poder desde 2013, se enfrentará el domingo a Edmundo González, un exdiplomático de 74 años que se convirtió en el candidato de la oposición. Ocurrió luego de que la dirigente María Corina Machado fuera inhabilitada y que lidera la intención de voto, según las encuestadoras tradicionales de Venezuela.
Boric reconoció que prefiere “no ponerse en el peor escenario”. Alertó que, si el chavismo no acepta los resultados, “Venezuela quedaría en una posición totalmente desacreditada ante toda la comunidad internacional”.
“Lo importante es que actuemos de consenso con la comunidad internacional. No me cabe ninguna duda de que, en particular, con Brasil, Colombia y México vamos a tener una misma oposición de exigir el respeto a la soberanía popular”, agregó el mandatario.
Desde que llegó al poder en marzo de 2022, Boric fue una de las voces más duras contra Nicolás Maduro en la región. Se trata de una postura que lo diferencia de otros líderes progresistas, como el propio Lula y el colombiano Gustavo Petro, que en el pasado mostraron una actitud más tolerante.