Ómicron cambió el escenario. Su acelerada expansión y la capacidad de infectar incluso a quienes ya tienen dos dosis de la vacuna contra la covid-19 obliga a dar un giro al plan de inmunización, según especialistas.
La meta del Gobierno era cerrar el 2021 con una cobertura del 85% de la población mayor de 5 años -cerca de 16,1 millones de ecuatorianos-. El objetivo de alcanzar la inmunidad colectiva por esa vía no se logró y esta semana el presidente Guillermo Lasso dijo que a mediados de febrero prevé completar ese 6% que aún no recibe su segunda dosis -unas 965 790 personas-.
En los refuerzos la meta aún es más distante. Hasta ahora el 7,6% ha recibido la tercera vacuna y el epidemiólogo Alberto Narváez cree que esa es la nueva ruta que debe tomar el plan de inmunización, con énfasis en mayores de 50 años que son los más vulnerables a desarrollar cuadros graves.
“Representan más del 70% de los casos graves hospitalizados hasta este momento en el país. Por eso debería haber una nueva campaña que se podría llamar 3-30 o 3 millones de vacunados -de 50 años en adelante- en 30 días”.
Su sugerencia se apoya en que las vacunas salvan vidas, al reducir el riesgo de mortalidad. Pero con la nueva variante, según indica, ese objetivo da un giro. Narváez explica que al tener dos dosis se alcanza una protección de hasta el 20% frente a Ómicron. En cambio, con el refuerzo la cifra sube a un 55 y hasta 80%.
Por eso esta variante pone la vara más alta al plan de inmunización. El microbiólogo Carlos Mosquera coincide con los especialistas que aseguran que ahora se debería pensar en una cobertura del 95 o 100%. Es una meta mucho más compleja para la inmunidad colectiva y que incluso se alcanzaría más rápidamente con quienes contraen el virus y se recuperan de la enfermedad.
Pero para seguir la pista de la inmunidad generada por las vacunas, Mosquera sugiere realizar estudios serológicos o de conteo de anticuerpos entre pequeños grupos de distintas edades. “Podría darse el caso que en ciertos grupos los niveles de anticuerpos desaparezcan a los cuatro meses. Ahora se indica que a partir de los seis meses empieza a descender y por eso se aplica el refuerzo”.
Con esos resultados Mosquera afirma que se pudiera tener una idea más clara de otras dosis de refuerzo que se requerirán a futuro. El Gobierno analiza la posibilidad de una cuarta dosis, aunque el tema genera polémica en el mundo por las desigualdades globales en el acceso a las fórmulas.
Lo cierto es que no se descarta la necesidad de aplicaciones anuales, tal como ocurre con la vacuna contra la influenza. Por eso los estudios serológicos pueden aportar no solo el tiempo preciso de la puesta, sino también como seguimiento a largo plazo de posibles efectos de vacuna anticovid.
Acelerar la inmunización de niños y adolescentes es otra recomendación, en especial, por el impacto de Ómicron en los más pequeños. De los casi 4,3 millones de chicos de 5 a 17 años, el 78,7% tiene primeras dosis y 60,6% ha completado el esquema.
Y aún queda un grupo pendiente de 1,7 millones y que corresponde a los menores de 5 años de edad. El Gobierno anunció que en este año se vacunará a niños de entre 3 y 4 años, pero la infectóloga pediatra Greta Miño aconseja esperar qué dicen los ensayos específicos.
“En otros países las vacunas que se están administrando tienen menor cantidad de microgramos y cuentan con estudios ya aprobados. Las vacunas que se están aplicando en el país para niños ya han arrancado con los estudios de fase 3 en septiembre, en cinco países, aunque todavía no hay resultados”.
Pero la vacuna sigue siendo la opción más indicada para los niños de más de 5 años por ahora, en especial para evitar casos de gravedad como ha ocurrido en Estados Unidos. Miño además recomienda continuar con las medidas de bioseguridad y evitar las reuniones sociales.
“En los niños, por lo general, la sintomatología es leve, con fiebre de 12 a 24 horas, algo de infección de las vías aéreas superiores y recuperación luego de 24 a 48 horas”. Pero aclara que se debe pensar en los niños con factores de riesgo y secuelas posteriores, como un posible síndrome inflamatorio multisistémico.