En estos 18 días de paralizaciones, lideradas por la Confederación de Nacionalidades Indígenas (Conaie) es normal ver en las manifestaciones a madres vistiendo sus polleras con blusas bordadas, sus niños en la espalda. Las mujeres de la tercera edad también participan activamente.
Esas imágenes son de resistencia y de reivindicación de nuestros derechos, dijo Nayra Chalán, de Saraguro y vicepresidenta de la Confederación de Pueblos de la Nacionalidad kichwa del Ecuador (Ecuarunari).
“Sin la participación de la mujer es imposible sostener la paralización indefinida. Estamos a cargo de la logística, como la alimentación y la salud”, explicó Chalán.
En los puntos conflictivos de sus territorios trabajan en mingas y mantienen un sistema de asignación de responsabilidades, con el fin de resistir las largas jornadas.
Esto ocurre, por ejemplo, en las parroquias cuencanas de Tarqui y Molleturo; en Collauco y Ducur, en Cañar; en Sevilla Don Bosco, Morona Santiago; y en San Vicente y Sinincápac, Saraguro, donde están en paro desde el primer día.
En algunos de estos puntos han improvisado espacios con plásticos, para protegerse y recibir las donaciones de alimentos que llegan a diario de los comuneros.
Multiplicar el pan
Las mujeres –líderes o conocidas en sus territorios- preparan las comidas y cuidan que alcance para todos. En unos casos, se ofrecen para las tareas y en otros les entregan responsabilidades.
Nosotros (campesinos) aportamos con animales menores, papas, verduras, mote y otros productos que cultivamos en nuestras huertas para preparar y compartir las comidas comunitarias, contó Mercedes Chunir, de Molleturo.
En Tarqui, donde sobresale la ganadería, ocurre lo mismo en estos días con donaciones de leche, quesillo y pan. Eso comparten en los desayunos y en las tardes entre quienes están en los bloqueos. “Dios se lo pague, ellas nos dan la comidita”, es el comentario de José Guerrero, uno de los comuneros.
“No estamos sacando la leche para vender sino para entregar a las personas que están en el paro, en solidaridad por esa lucha permanente para beneficio de todos, añadió Wilson Zhingre, de Tarqui.
Jhanira Sensú, de Derechos Humanos, Mujer y Familia de la Asociación Shuar Sevilla, destacó que también están para cuidar a hermanos, padres y esposos, cuando son atacados con gases lacrimógenos en las movilizaciones.
Entre ellas hay quienes están preparadas para dar los primeros auxilios a las personas que se asfixian, curar heridas menores o suministrar medicamentos.
Primera línea
Según Chalán, cuando llega la represión por parte de la Policía Nacional o militares, las mujeres se ponen adelante de forma voluntaria. En ese momento han soportado gases lacrimógenos y han resultado asfixiadas y heridas.
Sensú explica que están resistiendo por la tierra y la naturaleza. “Tenemos grandes recursos naturales, pero el Estado identifica a Morona Santiago como la provincia más pobre, porque toda nuestra riqueza se llevan”.
Según Carlos Castro, docente de Derecho de la Universidad de Cuenca, la mayor visibilidad de la mujer en el Austro y específicamente en Cuenca empezó en el 2000, cuando plasmaron sus derechos en ordenanzas.
Desde entonces, el movimiento femenino ha sido importante en lo urbano y rural en las protestas sociales. Las mujeres están organizadas en proyectos productivos y en la defensa del agua en los páramos.
Pese a la lucha permanente, agregó Chalán, seguimos sufriendo la vulneración de nuestros derechos por ser mujeres, indígenas y pobres, “pero seguiremos luchando por reivindicar nuestros derechos de mejores condiciones de vida y participación social”.
Como una forma de visualización se han realizado marchas únicamente de mujeres de Morona Santiago y como agradecimiento se ha resaltado el apoyo de ellas en las actividades logísticas.