Un grito de guerra retumba en el salón que está ubicado en una casa patrimonial del Centro Histórico. Son de mujeres, parte de ellas víctimas de violencia doméstica y de género arrancando con su clase de defensa personal para fortalecer el cuerpo y el carácter.
“Vamos chicas”, así responden las mujeres, organizadas en círculos, a la palmada de su entrenadora mientras avanzan con entusiasmo y aprenden nuevas técnicas de defensa.
Son técnicas básicas de Muay Thai y Judo elegidas por el colectivo Valkirias para ser usado como una herramienta de defensa personal. Además de mejorar el rendimiento físico de la persona, su coordinación y resistencia.
Las mujeres que pertenecen a este colectivo son consideradas guerreras tal como el nombre de su organización. Las valkirias son uno de los personajes guerreros femeninos más antiguos de la literatura nórdica, y su representación suele tener que ver con el empoderamiento femenino, con romper los moldes del patriarcado y demostrar que ellas también son capaces de enfrentarse a todo tipo de dificultades.
Flor María Tipán es una de sus fundadoras, dice que Valkirias nació en 2017 en Quito “como respuesta al incremento de asesinatos y agresiones físicas, verbales, sexuales que las mujeres viven a diario frente a un Estado que invisibiliza estos casos en una sociedad patriarcal”. Desde 2017, Valkirias ha entrenado a más de 100 mujeres para defenderse cuando una persona las quiera agredir o atentar contra su integridad.
Según Tipán, dice que las agresiones hacia las mujeres muchas veces terminan en femicidios y esta no es la única muerte violenta, también están los asesinatos, las violaciones con muerte, los secuestros con muerte y los sicariatos. De esta forma Valkirias es un soporte que se da a las víctimas como una salida para, no ser asesinada.
A este lugar llegó Janis Crespo, desde pequeña vivió en un ambiente de violencia machista no solo en su hogar, sino en su entorno académico y laboral. “Uno llega a ser tan sumisa que normaliza la violencia, desde que entré a Valkirias empecé a romper esa brecha”.
Para Crespo desde que empezó a entrenar reconoce que ha sido un antes y un después. Cada técnica, cada aprendizaje le ayuda a mejorar su autoestima a caminar incluso con seguridad en la calle.
“Nos parece imposible que podamos defendernos del ataque de un hombre, la superioridad física es innegable, sin embargo, las técnicas que podemos aplicar para escapar de un agarre, evitar un estrangulamiento, conocer los puntos débiles que tiene un ser humano y que podemos aprender, es mucho más efectivo que la fuerza”, explicó.
En los últimos años, la defensa personal para mujeres ha ido creciendo, convirtiéndose en una actividad deportiva más. Pero no sólo eso, lo que empezó, como una necesidad social de capacitar a las mujeres en ciertas habilidades que les permitieran estar alerta para prevenir situaciones de riesgo e incluso poder defenderse en casos extremos, se ha convertido en un deporte que comprende aprendizaje, psicología y actividad física.
El entrenamiento de las Valkirias
Joselyn Gualoto, fundadora de Valkirias, explica que, para enseñar cada técnica, entre especialistas, el colectivo y técnicos en artes marciales analizaron que en la mayoría de muertes que se dan en las mujeres de forma violenta es a través de una pelea cuerpo a cuerpo.
Este análisis les ha permitido reconocer y validar las diferentes realidades que implican las experiencias que ha vivido cada mujer. “Esto nos permite darles herramientas, voz y voto a todo tipo de mujeres que acceden a nuestro grupo, e incluso construir para aquellas que aún no han llegado a nosotras”.
En ese sentido han adaptado las técnicas para aprender a esquivar un golpe, evitar ser asfixiadas y ser violentadas sexualmente. Las mujeres que participan en los talleres, las edades oscilan entre los 18 a 60 años y se han unido a este grupo porque han sido víctimas de violencia, han sido víctimas de intentos de femicidio, robos y toman la autodefensa como su salida.
Ya en el entrenamiento, sobre una colchoneta, con los pies descalzos y después del respectivo calentamiento. Joselyn les forma en dos grupos, el A y el B. Quienes están en el grupo A simulan ser agresores, mientras que las del B son las víctimas. Es ahí cuando las mujeres ponen en práctica lo aprendido: se protegen de golpes, se zafan de agarres y tratan de escapar de su agresor.
Gualoto explica que los entrenamientos se dividen en cuatro módulos con una duración de dos meses cada uno: En el primero, las mujeres aprenden posturas básicas de defensa y a lanzar algunos golpes con las manos. En el segundo practican judo y técnicas para defenderse de ataques en el piso. Mientras que el tercero y el cuarto están dirigidos a aprender cómo zafarse de ahorcamientos, agarres de cabello, de manos y de torso, además de descubrir nuevas técnicas de defensa personal.
El taller también tiene un componente de empoderamiento psicológico para las mujeres. El aspecto psicológico que trabajan en las clases también es muy importante, adquieren hábitos de seguridad en el día a día, aprenden a detectar situaciones de alerta con el objetivo de que poquito a poco la persona genera una autoestima que le hace enfrentar una situación de riesgo si algún día se diera el caso.
El Femicidio en Ecuador
Colectivos y organizaciones feministas contabilizan 1.075 femicidios entre agosto de 2014 y marzo de 2022. Esto significa que, en Ecuador, en promedio, una mujer es asesinada cada tres días. Mientras que la Judicatura registra 539 desde 2014 hasta abril de 2022.
Los grupos de la sociedad civil, como la Fundación Aldea, catalogaron al 2021 como el año más violento contra las mujeres y las niñas en Ecuador desde que se tipificó el femicidio en el 2014 a causa de la pandemia, las victimas vivían con su agresor.