40 años respaldan la trayectoria de Javier Vásconez, premio Eugenio Espejo de Literatura

Javier Vásconez ganador del premio Eugenio Espejo de Literatura. Foto: Julio Estrella / EL COMERCIO.
Con Javier Vásconez se había pactado una entrevista para el lunes 1 de agosto de 2022 para hablar sobre su última novela, ‘El coleccionista de sombras’, que ha venido en tandas al país, pues fue editado en España por el sello Pre-textos. Pero una hora antes, había recibido la noticia de que fue el ganador del premio Eugenio Espejo de Literatura.
Fue la tercera nominación para este premio que es un reconocimiento a la trayectoria y a los aportes a la literatura ecuatoriana. Junto con él, ganaron la cantante Patricia González, en la categoría Arte y Cultura, y Segundo Moreno, en Ciencias.
Vásconez es uno de los pocos escritores ecuatorianos que se han consagrado a la literatura, que no se ha dedicado a ningún otro oficio más que escribir. Estaba contento por recibir el premio. Si bien destaca que el reconocimiento económico que recibirá es un aliciente para seguir con su trabajo, la alienta que se encuentre entre el grupo que ha merecido este premio, como Efraín Jara Idrovo o Raúl Andrade.
En su estudio atiborrado de libros en una mesa, con globo terráqueo convencional que se destaca, bajo una luz amarillenta, EL COMERCIO fue el primer medio con el que habló el escritor de novelas tan importantes como ‘El viajero de Praga’ (1996), del que el argentino Ricardo Piglia se preguntaba por qué no tuvo un mayor recorrido internacional. Otras destacadas son ‘Hoteles del silencio’ (2016), ‘La otra muerte del doctor’ (2012). Uno de sus cuentos más destacados es ‘Angelote, amor mío’, que está incluida en el libro ‘CIudad lejana’, de 1982, la primera de sus publicaciones.
La narrativa de Vásconez tiene varios elementos a destacar, pero quizá la más importa es la presencia de Quito en sus relatos que él considera como una ciudad gótica. Su deseo siempre fue convertir a la capital en una ciudad ‘literaturizable’, así como lo son México, Buenos Aires o París.
“Estoy muy contento y la verdad es que son 40 años que he estado detrás de la literatura, 40 años escribiendo sin esperar nada más que la verdad de la escritura, la verdad de la literatura. Estoy muy agradecido también porque es un premio que ganó también Raúl Andrade, Efraín Jara Idrovo y creo que también Jorge Carrera Andrade”.
Destaca la importancia del Eugenio Espejo como un premio clásico y que “no se la ha dado, como muchas cosas buenas que tiene Ecuador, no nos enteramos. Es una característica de los ecuatorianos, que no nos damos cuenta de las cosas buenas que tiene este país”.
Sobre los lectores y la repercusión de su obra.
“Yo he trabajado un poco de espaldas a todo ese mundo relacionado con los lectores. No soy académico, no soy profesor. Más bien podría enorgullecerme por los lectores que tengo acá, hombres y mujeres, sobre todo mujeres que han apoyado mi obra, que han hablado de ella, personas como María Augsta Veintimilla, Mercedes Mafla, Margarita Borja. Ellas han expandido la influencia de mis libros, mis cuentos y novelas”.
Sobre la consagración.
“No sé si exista en la consagración. Me da un poco de temor hablar de consagración. Yo he trabajo o apostado por el simple placer de escribir, por el misterio que hay detrás de cada palabra, en la b´squeda de la precisión al poner un adjetivo, un adverbio, en buscar la felicidad de la frase y de la historia que se está contando. El resto no tiene importancia, son cosas que pasan como un accidente, debido a los años, al trabajo. Y eso está bien”.