Oleo de Sor Magdalena De la Cruz , 1947. Foto: Xavier Caivinagua/ Archivo / EL COMERCIO
Sor Angélica, ganadora del programa ‘La Voz Italia’, no es la única que deja por sentado la capacidad artística que esconden cientos de religiosas entre los muros de monasterios y conventos católicos alrededor del planeta.
Una de ellas es Teresa de Ávila, fundadora de la Orden de las Carmelitas Descalzas. Su sapiencia decantó en libros como ‘Camino de perfección’, ‘El castillo interior’, además de un epistolario con más de 400 piezas selectas.
Pero parte de su faceta literaria más destacada es la poesía, de los cuales quedan joyas como A la circuncisión; A una profesa; Alma mía, has en mí; Para Navidad; entre otros.
En América Latina, la labor de las monjas en el terreno de la escritura ha quedado en textos que abordan géneros como la poesía, la narrativa, el cuento, o la literatura mística. Una buena entrada para conocer de cerca sus aportes es el libro ‘La palabra oculta’, una entrada para conocer la producción literaria de religiosas como Sor Leonor de Ovando, autora de ‘El infierno de Dante según Mariana de Jesús’; Sor Juana Inés de la Cruz, una de las más destacadas escritoras en lengua española; Sor Gertrudis de San Idelfonso, una monja quiteña a quien se le atribuyen los primeros textos místicos escritos en la colonia española; y otros.
La palabra escrita no es el único ámbito cuidado por las religiosas. La pintura es otro de los campos en los que ellas se han cultivado. España, por ejemplo, tiene a Sor Isabel Guerra, cuya fama y técnica ha logrado posicionar su arte en precios que superan los USD 50 mil por cuadros de mediano formato. También se encuentran todas las monjas que por más de 300 años han habitado el convento de El Carmen Alto, ubicado en el Centro Histórico de Quito. Su creatividad está plasmada en cientos de objetos religiosos con los que han cubierto los altares de su comunidad. Y en el campo de la pintura, Ecuador también ha sido un repositorio de arte de religiosas.
Sor María de las Mercedes, monja concepta radicada en Cuenca en el siglo XVIII, fue la autora de un cuadro con motivo de la virgen de las Mercedes que aún se conserva en el museo de esta orden en la capital azuaya. Y tampoco hay que olvidar a las monjas cuencanas compositoras de música sacra, de cuya existencia se supo recientemente.