El norte de Esmeraldas mantiene la madera en sus construcciones

Las construcciones se hacen con técnica ancestral.

Disminuir el uso del cemento en las casas ubicadas en comunidades afros del norte de Esmeraldas es el reto de los habitantes más antiguos, con fines de conservar las tradiciones.
En los últimos 20 años, una parte de los nativos de las poblaciones afros empezó a cambiar sus casas de caña, tablas, puntales de madera y guadúa, por el cemento.
Sin embargo, los más antiguos decidieron conservar las moradas ancestrales de madera, como una forma de mantener una relación más amigable con la naturaleza y reavivar sus tradiciones.
Como parte de esos hábitos se conservan los fogones en las azoteas o en la parte baja de la vivienda para ahumar ratón de monte o el pescado que atrapan en el río.
El uso de sus antiguas canoeras donde sus ancestros acostumbraban a sembrar plantas medicinales -como espíritu santo y llantén- y también especias para sazonar sus alimentos -chillangua y orégano- se mantiene.
En poblaciones como Telembí, San Miguel, Majua, Chispero y Tiguanero, en el alto Cayapas, las familias mantienen antiguas prácticas como la construcción de las casas zanconas hechas.
Son altas para evitar las inundaciones durante el invierno, que anega las poblaciones con el aumento del caudal de los ríos, acción que puede durar hasta una semana.
Célimo Nazareno, uno de los habitantes de la población de Telembí, mantiene su casa de madera desde hace 40 años. La construyó cuando tenía 25, con el dinero obtenido en las labores del campo.
Su vivienda ha perdido el color amarillo que alguna vez tuvo; hoy luce de color gris, por el paso del tiempo. Él es uno de quienes prefirieron mantener la tradición, por eso cuando algún tablón se deteriora, enseguida lo reemplaza por otro.
Algo similar ocurre con María Caicedo, de 62 años de edad. Desde su casa, en medio de las ramas, se observa el río Cayapas. Debajo de su vivienda zancona ha colocado hamacas para recibir la brisa del río en las tardes.
En la mayoría de las casas estos espacios sirven de regocijo familiar, en los que se comparte un tapa’o de pescado o carne seca, acompañados de agua de limoncillo endulzada con miel de caña.
Caicedo explica que muchas familias decidieron construir casas mixtas (cemento y madera), pero quienes tienen un promedio de 80 años viviendo en Telembí han inculcado la importancia de mantener la tradición.
La población de Chispero recuerda a sus carpinteros ancestrales, como Cristiano y José Ayoví, padre e hijo fallecidos, que impulsaron la conservación de estas casas.