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El caos debiera generar cambios

Alfonso Espinosa junto a la biblioteca de su casa, en el norte de la ciudad. La charla fue el jueves pasado, en el octavo día de protestas y bloqueos

Alfonso Espinosa junto a la biblioteca de su casa, en el norte de la ciudad. La charla fue el jueves pasado, en el octavo día de protestas y bloqueos

Alfonso Espinosa junto a la biblioteca de su casa, en el norte de la ciudad. La charla fue el jueves pasado, en el octavo día de protestas y bloqueos. Foto: Julio Estrella/El Comercio

Caos. Esta es una de las palabras que más se ha escuchado, dicho y leído en Ecuador durante la última semana. En esta entrevista, que sucede en medio de un país paralizado por las protestas sociales, el poeta y periodista Alfonso Espinosa reflexiona sobre el caos en el mundo del pensamiento, de la ciencia y del ámbito social.

¿Qué es lo primero en lo que piensas cuando escuchas la palabra caos?

Lo primero en lo que pienso es en las situaciones originarias e iniciales que, entre comillas, son caóticas. Quizás estoy evocando mitos bíblicos pero pienso en esta idea de separar la luz de las tinieblas para que el universo y el cosmos puedan ordenarse. Recordemos que en griego caos es desorden y cosmos es orden.

En la coyuntura en la que vivimos es importante señalar que una cosa es la teoría del caos, más vinculada a la ciencia y a la filosofía, y otra el caos social, ¿no?

Claro, hay categorías de la física y de las matemáticas que han pasado a los análisis sociales, y el caos es una de ellas. Pensemos en un pizarrón lleno de fórmulas. Para la mayoría de personas seguramente ese pizarrón sea un caos, pero para un físico o matemático no. El que yo no pueda entender o captar esa información deriva en que sienta que estoy en un escenario caótico.

Entonces, el caos muchas veces es la respuesta a situaciones que exceden nuestra capacidad de comprensión. El momento en que nos vemos excedidos en esa capacidad decimos esto es un caos. En lo social también hemos establecido una lógica, un orden y un cosmos político. Por eso cuando aparecen otras formas de acción o expresión social que exceden por completo la lógica que hemos establecido decimos que llegó el caos. El famoso caos social es en realidad un desorden, alteración o desbordamiento del sistema político.

Entonces, ¿podemos decir que, en el ámbito social, la palabra caos ha tenido un uso inapropiado?

Creo que sí. El lenguaje nos sirve para nombrar el mundo, pero hay situaciones que son difíciles de significar. Caos viene a ser un sustantivo que abarca muchas de las características que tienen estas explosiones sociales, donde se altera el orden normal de las cosas y se trastoca el sentido de la autoridad. Una palabra donde las categorías con las que se entiende la realidad son puestas en vilo y cuestionamiento. En ese sentido le damos un uso poco amplio a esta palabra.

Una de las frases más famosas del Joker, uno de los personajes cinematográficos de moda, es “introduce un poco de anarquía, altera el orden establecido y el mundo se volverá un caos”, ¿cuál es la relación entre caos y anarquía?

El término anarquía es asociado normalmente con estallidos sociales violentos. Se vincula el comportamiento violento con el adjetivo de anarquista y ahí sí creo que hay un manoseo terrible de la palabra. El anarquismo como línea de pensamiento ha generado inconformidad donde ha estado.

Recordemos que fue separado de las Internacionales Socialistas del siglo XIX. Lo que sí creo es que el caos es el escenario ideal para el terrorismo. Para que pasen cosas como las que han sucedido en Quito, en estos días, como incendiar un centro de salud del Centro Histórico. Lo que me parece tremendo es que estas crisis caóticas rara vez son aprovechadas para crear otras maneras para entendernos como país.

¿El caos social siempre es en esencia miedo?

No. Creo que el miedo es algo inherente al ser humano que aparece frente a situaciones de cambio. El miedo también es un instinto de supervivencia y de defensa cuando estás siendo agredido y violentado. No creo que en el caos social el motor o el gatillo sea el miedo sino más bien la ira. Una ira informe que se va transformando en cada nueva explosión. Una ira hecha de frustración, de resentimiento, de promesas incumplidas, de sentirte traicionado o no atendido. Creo que lo que está pasando con el Movimiento Indígena son explosiones tremendamente emocionales y emotivas. No veo una construcción racional de propuestas. El Movimiento Indígena ha sido históricamente un movimiento propositivo. Ha traído ideas importantes al país, una de ellas es la del Buen Vivir. Que luego el poder haya hecho lo que le dio la gana con ese concepto es otra cosa. Me parece que esa emotividad de la que estamos hablando ha derivado en ese desorden que se está viviendo. Por otro lado, sorprende que el Gobierno haya tomado una medida económica que evidentemente iba a alterar el orden social de las cosas y no haya pensado en un plan para reordenar la sociedad y evitar que se generara este caos.

¿El caos social que estamos viviendo es una muestra de que usamos menos nuestro sentido común?

Hay mucho de eso. Frank Zappa, este famoso músico estadounidense, decía en los años 70 que el asunto más importante al momento de pensar en nuestros líderes políticos no debería ser su ideología sino su salud mental. Él decía que lo que tienen que ser es gente sensata y equilibrada y que eso se debería prever. Pero cuando tú ves alguien como Putin, Trump o Bolsonaro te das cuenta de que no estamos utilizando el sentido común.

¿El antónimo del caos siempre es el orden?

Etimológicamente sí. Frente al caos está el cosmos. Pero de nuevo hablando a nivel social, el orden siempre necesita de acuerdos. Por ejemplo a qué vamos a llamarle familia. Según el Centro del Muchacho Trabajador, para el que hice una investigación hace unos años, una familia es todo grupo de personas que se cuida entre sí. Esta idea nos choca porque no es parte de un acuerdo al que hemos llegado como sociedad, por lo tanto no es parte del orden establecido.
Ayúdame a completar la frase. El caos social es el detonante de...

Idealmente debiera ser el detonante de cambios sociales y de rupturas en las estructuras del poder y del control social.

¿Cuál es la relación entre caos y la idea de causa y efecto?

Creo que en general el mundo funciona a través de esta relación entre causa y efecto. Recordemos que los alquimistas hablaban de la transformación del plomo en oro. Hay un momento de esa obra alquímica donde se llega al ‘opus nigrum’. Tal vez en todo lo que estamos viviendo hay algo de esto. Quizás, el caos social llega en el momento en el que el orden institucional se ha visto desbordado por la demanda social. Se crean los escenarios caóticos y de incertidumbre porque las reglas han sido puestas en cuestionamiento. Lo ideal sería que esas reglas cuestionadas sean aprovechadas como momentos de transformación social. Eso es idealmente lo que debería pasar pero no lo que necesariamente ocurre. El Ecuador es el país que siempre ha estado a la deriva pero que por alguna fuerza mágica nunca se mueve. Acá siempre se vuelve al mismo punto.

¿Cuál es el papel del equilibrio dentro de los mundos caóticos?

El equilibrio podría ser la oposición al caos. Lo que es muy extraño es que el equilibrio permanente no existe. El equilibrio es extremadamente frágil. La figura del funambulista es la más clara. Conservar el equilibrio es una de las hazañas de la evolución. El equilibrio siempre es precario, frágil y efímero y el caos también. Lo que suele haber es un orden que siempre está fluyendo y que tiene una movilidad permanente.

El poeta griego Hesíodo dice en su Teogonía que en primer lugar existió el caos. ¿Cómo funciona esta idea en la literatura?

Recordemos que en todos los libros que narran los orígenes está presente el caos. Sea en la Teogonía de Hesíodo o en Génesis judeo cristiano estos mitos originarios en los cuales una fuerza externa ordena todo son esenciales. Las cosas para ser tienen que pasar por un proceso de ordenamiento que tiene distintas formas de expresarse y ahí la literatura es importante, porque el lenguaje es una apuesta por el orden.