José Saramago (Azinhaga, 1922), falleció el 18 de junio de 2010 en su casa de la isla española de Lanzarote a los 87 años. Foto: Twitter Libros y escritores @Librosyescritor
Las reflexiones de José Saramago en los meses previos y posteriores a recibir el Premio Nobel de Literatura, el único concedido hasta ahora a un autor portugués, permanecían escondidas en un archivo del disco duro de un ordenador en la isla española de Lanzarote, donde vivió desde 1993 hasta su muerte.
Fue su viuda, la periodista y traductora Pilar del Río, quien los halló por casualidad una madrugada del pasado febrero cuando buceaba en las tripas de la computadora del escritor, fallecido en 2010. En apenas unos meses, esas anotaciones “lúcidas” e inéditas han tomado forma de libro y, bajo el título de ‘El cuaderno del año del Nobel‘, se publican ahora coincidiendo con el vigésimo aniversario de la entrega al escritor luso del máximo galardón de las letras.
“Se me quedó cara de tonta y me pregunté: ¿cómo es posible que esto esté aquí desde hace 20 años y no lo hayamos visto?”, explicó hoy la propia Del Río en la presentación del volumen en Madrid, donde destacó la “emoción” que sintió al reencontrarse con las notas del literato. “Incluso ahora se me pone la piel de gallina”.
Saramago, el autor portugués más internacional y una de las plumas más reconocidas del siglo XX, supo que le habían concedido el Nobel el 8 de octubre de 1998 cuando se encontraba en el aeropuerto de Frankfurt. Fue una azafata quien le dio la noticia y así lo refleja en su diario en una breve nota de apenas 11 palabras. “Aeropuerto de Frankfurt. Premio Nobel. La azafata. Teresa Cruz. Entrevistas”, escribió.
La concesión del galardón trastocó su vida y multiplicó sus viajes, actos público, entrevistas y las cartas de sus lectores. Fue esa actividad frenética la que desterró aquellas anotaciones de 1998, año clave en su vida, al fondo de un disco duro y, pese a que en el epílogo de uno de sus diarios anteriores, recopilados como ‘Cuadernos de Lanzarote‘, llegó a anunciar que pronto vería la luz “un sexto”, eso nunca ocurrió. Hasta ahora.
“Es verdad que el Nobel le dio más visibilidad, pero no le cambió en lo que era, en sus principios, en su forma de estar en la vida. Siguió sentándose a las mismas mesas; no le hizo cambiar ni su forma de pensar ni sus criterios políticos”, aseguró hoy su viuda. En este nuevo cuaderno, el autor de obras como ‘La caverna‘ o ‘Ensayo sobre la lucidez‘ retrata su cotidianidad y reflexiona sobre las cuestiones que le preocupan, algunas “asombrosamente vigentes”.