Desde el aire, Calderón es una enorme mancha gris enraizada sobre una planicie rodeada de quebradas. Pocos lotes verdes salpican el paisaje, donde predomina el cemento.
Esta parroquia tiene una particularidad: es oficialmente rural, pero también se considera urbana por la cantidad de servicios que ofrece y por ser el polo de desarrollo habitacional más importante de Quito. Es el sector que más ha crecido en los últimos 40 años. Hoy es la zona más poblada de la capital, allí viven más de 250 000 personas. Tiene de todo: un gran centro comercial, 71 planteles educativos, 9 unidades de Policía, 20 iglesias, 10 cementerios, más de 400 barrios y 453 empresas. Pero le falta algo importante: zonas verdes.
Según el Municipio, en Quito hay 1 669 parques, que suman 2 814 hectáreas (ver recuadro). Esta parroquia pertenece -junto con Llano Chico– a la Administración Zonal Calderón. Si bien no es la administración con menor número de parques, sí es la que tiene menos espacios verdes. Tiene 123 áreas recreativas, pero son pequeñas; entre todas forman 47,9 hectáreas. Mientras que, por ejemplo, la Administración Zonal Eugenio Espejo tiene 275 parques que suman 882 hectáreas, casi 20 veces más área verde que Calderón.
La Organización Mundial de la Salud marca como parámetro internacional que cada habitante debería tener al menos 9 m² de espacio verde. De manera general, Quito lo cumple: cada poblador tiene 11,08 m². Pero al analizar la situación puntual de Calderón, la realidad es otra. En esta zona, cada persona cuenta con apenas 1,9 m² de extensión recreacional.
El centro de la parroquia muestra gran congestión vehicular. Sus calles son estrechas, al igual que sus veredas. En medio de tantas casas (de hasta cuatro pisos), locales comerciales y miles de personas, no es fácil encontrar un parque. La gente suele salir a caminar con sus mascotas o a trotar por las vías principales. Además, no todas están bien iluminadas y son inseguras. De eso da fe Katalina Maldonado, moradora de San Juan de Calderón. Cuenta que su hija y su hermano fueron asaltados mientras cruzaban el parque para llegar de la parada del bus a su casa. Relata que a partir de las 18:00 llegan personas de otros sectores y se ponen a beber alcohol. Además, el parque es pequeño y no recibe mantenimiento.
Flor Parreño vive en el barrio José Montoya, en Bella Vista de Calderón. Junto a su casa habilitaron un parque el año pasado. Es un espacio pequeño de 250 m². No tiene árboles ni juegos infantiles.
Flor usa poco ese espacio. El lugar tiene una cancha de básquet y tres máquinas para que las personas de la tercera edad se ejerciten. Cuando quiere divertirse con su familia, Flor va a los parques Bicentenario o La Carolina. Llegar a este último le toma más de una hora en bus, pero vale la pena -dice- porque le gusta remar. En ir al Bicentenario tarda 40 minutos.
Para el urbanista Hugo Cisneros, el crecimiento acelerado y desordenado de esa zona influyó en que las autoridades no planificaran bien las áreas verdes. Dice que los espacios de recreación son fundamentales para mejorar la calidad de vida. Los árboles y las plantas -afirma- ayudan a combatir el estrés y las zonas verdes aumentan la plusvalía.
Añade otras ventajas: estos espacios motivan a las personas a ejercitarse, ayudan a combatir la contaminación, disminuyen el ruido que generan los autos y permiten mejor interacción entre vecinos.
El origen del problema
Lorena Izurieta, directora de Parques Metropolitanos del Distrito, explica que uno de los problemas es que las urbanizaciones nuevas que se construyen en la zona no cumplen con lo que dice la normativa. El urbanizador tiene la obligación de dejar espacios públicos para el disfrute de la población. Esos espacios verdes y parques deben ser entregados a las administraciones zonales para que el Municipio los intervenga, pero pocas veces ocurre. Izurieta asegura que se planifica habilitar un parque metropolitano en la zona. Hay una mesa de trabajo con la Secretaría de Ambiente, para dar cuerpo a una red de parques.
¿Qué pasa en Calderón?
El costo de un parque depende del equipamiento y de la dimensión que tenga; uno de media hectárea puede costar entre USD 1,5 millones y 2 millones. Es fundamental la colaboración de la comunidad para cuidarlo. En mantener los parques de Quito, el Municipio invierte al año USD 21 millones: pago al personal, logística, etc; el monto representa cerca del 30% del presupuesto de la empresa y cubre en total 3 075 hectáreas, que incluyen parques, plazas, plazoletas y parterres.