Los bebés de apenas tres meses de edad “entienden” o al menos pueden interpretar las emociones incluidas en las voces que escuchan al oír a otra persona, o sonidos típicamente humanos, como un bostezo o un acceso de tos, reveló un artículo publicado hoy en la revista Current Biology.
En el cerebro de los niños de esas edad, al oír estos sonidos se activa intensamente un área neural, el lóbulo temporal, que en los adultos está ligada específicamente a la elaboración del habla y de su contenido emotivo.
El bebé, por lo tanto, reconoce el contenido de las voces, y el lóbulo temporal se activa más fuertemente cuando el sonido tiene un tono emotivo, incluso cuando éste es negativo, como un llanto.
Esto “probablemente se debe a que la voz humana es una señal social tan importante que el cerebro tiene una especialización temprana para procesarla”, comentó a la prensa internacional Anna Blasi, del Colegio Universitario de Londres, Gran Bretaña, una de los investigadores responsables del estudio.
“Esto puede representar el primer paso de las interacciones sociales y la aprehensión del lenguaje”, agregó.
El hecho de que el cerebro de los neonatos esté tan desarrollado en sus primeros meses de vida fue una sorpresa para los científicos, comentó la investigadora que condujo el estudio, Evelyne Mercure.
Los expertos analizaron los cerebros de bebés de entre 3 y 7 meses de edad con resonancia magnética mientras los infantes dormían, y vieron cómo reaccionaban a la reproducción de sonidos de diversa naturaleza, voces pero también, como fondo de control, sonidos típicos del ambiente, como el correr del agua de un grifo o juguetes golpeándose.
“Ahora estamos llevando a cabo más investigación en esta área para ayudarnos a entender cómo se desarrollan y surgen las diferencias en el cerebro”, agregó Mercure.
Asimismo, los bebés que sufren algún disturbio neurológico, como el autismo, podrían por lo tanto mostrar ya signos de esas afecciones entre los 3 y los 9 meses de edad, como diferencias en sus capacidades cerebrales de percibir y reaccionar ciertos estímulos de origen humano, señalaron los especialistas como uno de los corolarios de sus hallazgos.