Soy un ciudadano de la cuarta y última edad que ha sido testigo de las cosas buenas y malas que han pasado en estas ocho décadas y pese a todas las vicisitudes de la vida, han sido etapas pródigas en el campo profesional, familiar y social.
Los tiempos han ido cambiando y nos hemos ido acomodando a las circunstancias del momento, han existido gobiernos de todas las tendencias, tolerantes unos, un tanto autoritarios otros, pero hemos soportado pacientemente estos avatares siempre confiando en que llegarán tiempos mejores.
Espero que el Ecuador, país maravilloso en todos los sentidos, no sucumba ante los malsanos intereses de algunos gobernantes que no han querido dar a su pueblo el derecho a la libertad, seguridad, trabajo, salud, educación, vivienda, goce pleno del buen vivir, eliminación de la pobreza.
He tenido la suerte de vivir en países desarrollados por varios años y he podido observar que allá también hay problemas sociales graves y resquebrajamiento de la vida familiar, hay una tendencia generalizada por acumular riquezas y no mostrar su lado solidario para los que no tienen, a veces discriminación y odio por razones étnicas y explotación para los inmigrantes que no tienen documentos en regla.
Después de todas estas experiencias, regresar al país que nos vio nacer es reconfortante y hermoso verse rodeado de familiares y amigos de toda la vida. Nuestra patria es única, con una inigualable naturaleza y diversidad biológica, étnica, cultural y social.
Quisiéramos seguir viviendo de esa manera hasta cuando dejemos este suelo querido y que las futuras generaciones disfruten del bello Ecuador que tenemos.