Lucía Pérez Martínez es máster en Sociología por FLACSO Ecuador. Ha investigado por varios años temas migratorios y es militante feminista. Actualmente estudia Psicoanálisis. Es parte del colectivo Geografía Crítica del Ecuador.
¿Cómo analizar la migración que hoy se está viviendo en Ecuador? La gente ha decidido irse a través de México, para llegar a EE.UU. sin papeles.
La migración de los ecuatorianos siempre ha existido, pero se activó fuertemente por la pandemia del covid-19. Este fenómeno generó una crisis económica. Pero además hizo que se cierren las fronteras terrestres. Entonces, al estar habilitados los pasos aéreos se ve cómo la gente viaja a México, pues para ese país no se necesita un visado. En este momento, esa ruta es la más usada para ir a EE.UU.
¿Este flujo no paró con las medidas restrictivas impuestas por el expresidente Donald Trump?
Nosotros pensábamos que cuando estaba Donald Trump en el poder, con tantas restricciones y con un discurso antimigrante muy fuerte se iban a frenar las migraciones. Tuvimos esa hipótesis por un momento, pero no. En poblaciones de Cañar la gente sí tenía miedo por todo lo que estaba pasando, pero se enteraba que había empleo y se iban. Ese es un motor muy grande para moverse. ¿Qué decía la gente? Decía: está Trump, pero mi hermano me está diciendo que viaje porque puedo trabajar en un restaurante o en cualquier otro lugar. Entonces, si bien había un discurso político adverso que jugaba, también había una economía que jalaba.
En medio de eso llega el presidente Joe Biden con un discurso más amigable con los migrantes.
Sí. Ese discurso político, ilegal y adverso que Trump impulsó en contra de los migrantes se cae. Ahí es cuando las personas sienten que económicamente tienen más posibilidades y que ese discurso de odio ya no existe. Además, Biden retomó el tema del asilo que se había cerrado. Ahora, las deportaciones han seguido, pero ya no son bajo un procedimiento exprés. Todo eso también es un efecto que atrae. La gente dice: estamos mejor, me voy a los EE.UU.
Pero el presidente Biden también tuvo que salir y decir: ‘no se vengan, quédense en sus pueblos’.
Claro. Hay mucha gente que está en la frontera. Hay personas a las que no les permiten entrar, les mandan de regreso y les botan en México. No es que la situación cambió radicalmente ahora. Por más que sea un gobierno progresista y no sea abiertamente antimigrante es difícil romper las lógicas que sostienen esos procesos migratorios. Cambiar la normativa no es sencillo.
Usted hablaba de las deportaciones. ¿Cómo está la atención a ese grupo que tiene que volver al país?
Los aeropuertos están llenos de personas que se van, pero cada dos semanas llega al Ecuador un avión con deportados. Eso no paró ni en el pico más alto de la pandemia. Es una situación súper difícil. La gente ha sido criminalizada. Ha sido privada de su libertad. Vienen, generalmente, encadenados. Es un sufrimiento social muy grave que viven. El Estado ecuatoriano muy poco o nada ha hecho respecto a ellos. Por temporadas les esperaban en el aeropuerto, ayudaban a comprar pasajes para que se vayan a las zonas donde viven. A veces había furgoneta de la Cancillería que les llevaba, pero en este momento nada de eso ocurre.
En general, ¿cómo ha sido la atención del Estado a los migrantes?
Nuestros hallazgos demuestran que ha habido un olvido del Estado. De pronto, la gente sentía que estaba más presente el Estado en el gobierno de Correa, porque Corea tenía una política muy activa de cara a los migrantes. Eso al menos se decía en el discurso. Una vez que eso se acabó otra vez el Estado se olvidó de ellos. Ahora, frente a la pandemia y en los últimos años hay una sensación de olvido total del Estado. Se tiene una sensación de que la Cancillería y los cuerpos consulares están de adorno, que se asoman solo para las fiestas folclóricas o para las fiestas patrias y nada más. Toda la institucionalidad, la Senami, las Casas del Migrante se disolvieron. Ahora solo el Viceministerio de Movilidad Humana trata estos temas.
En la práctica ¿qué no se hace en las oficinas diplomáticas a favor del migrante?
Mire, de lo que hemos podido ver y la gente nos dicen que los trámites tardan más. Tienen menos información o simplemente los datos no son claros o no están actualizados. Ellos deberían fomentar la comunidad de ecuatorianos en el extranjero, ampararles, ser su Estado fuera de Ecuador. Pero es algo que no se está haciendo. Los funcionarios se limitan a los trámites burocráticos estrictamente necesarios y lo están haciendo con menos agilidad que en otros momentos.
¿Eso se puede tomar como una deuda del Estado con el migrante?
Creemos que sí. Con las remesas que envían, los migrantes han sostenido económicamente a este país en las peores crisis. Cada crisis, los migrantes activan sus boyas y sostienen a Ecuador. Sin esos recursos, ahora mismo habría el doble de gente en la calle. No podrían pagar los arriendos, la salud, la educación.
¿Cómo ve a este gobierno en el tratamiento del tema de la migración?
En la campaña se habló muy poco del tema de la migración y cuando se habló se aludió más a los inmigrantes. Ese es el discurso que está más activo en la sociedad, pensar en la crisis venezolana como una crisis, como un problema que hay que resolver. No se habló de los ecuatorianos. Ya no está en el discurso oficial. Este momento ya no capitaliza votos.