Existen, a mi juicio, dos maneras de conducirse por la vida, la una de pie y con la frente en alto, la otra, de rodillas.
Quienes caminan de pie miran a los otros seres humanos como iguales, a la misma altura de la mirada intelectual, con respeto y consideración, respetando las características distintas, admirando las buenas y tal vez, criticando las malas. Los que caminan de rodillas, miran a algunos de los seres humanos, por no decir a todos, desde abajo, como a seres superiores.
Se puede considerar que estar de pie o de rodillas, simbólicamente hablando, es una posición del intelecto personal.
Quienes enfrentan la vida de pie, hacen uso de su propio entendimiento natural, lo expresan y lo defienden. Los que caminan de rodillas no pueden hacer uso de su propio pensamiento sin la tutela de los que consideran superiores. Quienes están de pie en la vida, dilucidan y analizan las conveniencias socio políticas con naturalidad y comparan criterios con sus iguales.
Quienes se trasladan de rodillas solamente repiten lo que les dice el ser “superior”. Someten su ser a obediencia y sumisión.