La principal causa de muerte violenta en Ecuador son los accidentes de transporte terrestre. 2.419 hombres y 598 mujeres murieron por esta razón en 2017, una cifra que tiende a crecer, así como los lesionados, unos 30.000 por año, así como los daños económicos que suman millones.
Calles, carreteras y autopistas son el escenario más evidente del estado de irrespeto generalizado a las reglas, la impunidad e ineficacia institucional en la que vivimos. En el tránsito, en el transporte en general, experimentamos una situación que el jurista argentino Carlos Nino califica de “anomia boba”, esto es la inobservancia generalizada de las normas que provoca una acción social ineficiente. La eficiencia en el tránsito y el transporte implica que todos podamos usar esas vías y cumplir nuestro objetivo de movilizarnos con seguridad. Obviamente existen otros fines en el uso de las vías como practicar un deporte o probar un vehículo, pero el principal es movilizarnos. Por principio, todos podemos usar las vías en condiciones de igualdad con las obvias excepciones de los vehículos de emergencia, de seguridad y el transporte masivo. Se ha vuelto evidente por la no disminución del número de accidentes e incidentes de tránsito, que los cambios normativos e institucionales en este tema no han resultado como se esperaba o solo tienen un resultado marginal. Se han incrementado las multas para las infracciones de tránsito, se han creado cuerpos especializados, nuevos requisitos para matricular vehículos, se han mejorado las vías y el número de personas a cargo del control se ha multiplicado. Sin embargo a la par, se ha eliminado ciertas exigencias para obtener las licencias de conducir y se incrementa en el uso de motos y bicicletas.
Es obvio, las normas y el incremento de las sanciones no producen cambios automáticos de conducta, se requieren condiciones adicionales que hemos perdido de vista. Además de las normas y las sanciones, es necesaria una adhesión voluntaria a modificar ciertos comportamientos. Es frecuente que recordemos cómo las actitudes de los ecuatorianos cambian en ciertos países en los que nos volvemos repentinamente “respetuosos” de las leyes y los demás, esto sucede en los lugares en los que estamos expuestos al reproche de los otros. Se debe asegurar una aplicación generalizada de las normas existentes, que estas no sean vistas como relativas. Todos hemos visto como frente a los agentes de tránsito se violan reglas mínimas y obvias (vehículos sin placas, exceso de velocidad, uso de celulares, parqueo en lugares prohibidos, maniobras peligrosas), en algunos casos por la corrupción pero en muchas más ocasiones es resultado de esta anomia que se alimenta de la indolencia e incompetencia de los llamados a cumplir y hacer cumplir las normas. Mientras esto se mantenga, todos estamos expuestos a los riesgos del tránsito y a los muchos asesinos en potencia que circulan en las vías, en complicidad por la inacción de las autoridades.