El rol de la mujer
La mujer en el presente siglo es, sin duda alguna, un ser multifacético que cumple, en forma eficaz y simultánea, diversos roles. Se desenvuelve igual como ama de casa que como alta ejecutiva de una empresa; cuida igual a sus hijos que atiende los requerimientos de su jerarquÃa; igual desempeña con habilidad y maestrÃa los quehaceres cotidianos que resuelve, satisfactoriamente, los más enigmáticos cuestionamientos de la vida. Qué decir de la mujer campesina, obrera, comerciante, artesana, emprendedora, artista, profesional, etc.; de aquella que, venciendo los obstáculos, se abre paso e irrumpe en todos los campos del quehacer intelectual y polÃtico para servir a su comunidad y, consecuentemente, a su patria. Es a esa mujer magnificente y tierna, sabia y dulce; consejera y amiga; a ese Ser sinónimo de espiritualidad, que se reviste de paciencia y multiplica su tiempo para cumplir con todas las obligaciones y exigencias que la vida y la sociedad le imponen; a ese ser angelical, polifacético y sapiente que no desmaya en su afán de transformar el mundo, a quien van dedicadas estas lÃneas como un sencillo y muy merecido homenaje de admiración y cariño… En fin, a ese maravilloso Ser de la creación, dotado de un gran corazón, capaz de engendrar vida en el planeta… ¡LA MUJER!.
Fabiola Carrera Alemán
Amar a la esposa
Hay muchas cosas buenas, en la vida de todo hombre, pero, para nosotros, la más importante es amar a la esposa. Y esforzarnos todos los dÃas de nuestra vida -hasta que la muerte nos separe-, por hacerla feliz. Y asà como una casa está hecha de muchos ladrillos, el amor está construido por muchas actitudes. En casa, y sin ningún motivo especial, abrazarla; darle un beso; escucharla (muy importante); decirle cosas lindas, aunque sean monosÃlabas; respetarla; si hay algún inconveniente, nunca gritar, y si va a gritar, cuente hasta 20, y ya no querrá gritar; tener detalles con ella (tener detalles no significa comprarle cosas caras. Si tiene dinero, bueno, cómprele cosas que cuesten más); no hacerla quedar mal en reuniones, hablando de sus defectos o burlándose de sus errores. Y, sobre todo, recurrir a la Virgen, pidiéndole que la proteja y la libre de todo mal. No deje que la llama del amor se apague, y si se apaga, vuelva a encenderla; no es que se apaga…, y esto se acabó. Siempre existe la posibilidad de que, a las cenizas, les pongamos encima leña, para que prendiéndola, vuelva a aparecer la llama. Llévelo a la práctica. Si no lo ha hecho, vuelva a recomenzar; su esposa…, lo está esperando.
Mario Monteverde RodrÃguez