¿Perder ante Brasil estaba en los planes? Claro que sí. El técnico Gustavo Alfaro había dejado un mensaje entre líneas.
En tiempos de crisis hay que “arroparse hasta donde alcance la sábana”. Esa expresión popular encajaría perfectamente en el fútbol ecuatoriano (léase clubes), donde ya no se puede ser derrochador porque los recursos económicos son limitados y solo sirven, apenas, para sostener a las plantillas de futbolistas y entrenadores. Atrás quedaron esos contratos, en cierta forma exagerados, de futbolistas que llegaron a ganar hasta USD 1 millón por año. La pandemia del covid-19 afectará en unos USD 60 o 70 millones a los clubes de la A y B, según las proyecciones de la LigaPro, lo que aumentará los pasivos que arrastran en los últimos 10 años (de USD 110 millones). Es acertado que los dirigentes de LDU y Barcelona coincidan en un plan de disminuir los presupuestos. Ojalá que en esa línea se incorporen otros y que la propuesta de control económico de la LigaPro sea la adecuada; de lo contrario, el fútbol a escala de clubes mantendrá ese camino al descalabro. Parecía lejano que LDU llegaría a los
El 2021 es un año competitivo para el país. Habrá Juegos Olímpicos en Tokio, las competencias de ciclismo del Giro de Italia, Tour de Francia, Vuelta a España; las eliminatorias al Mundial de Catar… Esas actividades generan expectativa después de los triunfos logrados el año pasado por los ciclistas Richard Carapaz, Jonathan Caicedo, Jhonatan Narváez, Miryam Núñez; las pesistas Neisi Dajomes, Kelin Jiménez; la Tricolor… El Comité Olímpico y la Secretaría del Deporte están en la obligación de encontrar el respaldo económico para que los deportistas asistan a los clasificatorios en las distintas disciplinas y aspiren a participar en los Juegos Olímpicos de Tokio. También de dar el apoyo necesario para su preparación en estos meses, sin excluir a sus equipos técnicos. Además, es vital no desamparar al deporte formativo, espacio en donde crecen los talentos. El fútbol cuenta con una estructura independiente, sus recursos provienen del apoyo privado, pero las otras actividades se sostienen
Francia consolidó a su nueva generación de futbolistas. No tuvo esa brillantez de juego que mostró Bélgica, Croacia y España, pero su fútbol fue efectivo y práctico.
Los congresos de fútbol siguen iguales. Son más folclóricos, sirven para medir fuerzas, estrategias, vanagloriarse, pedir votos de aplausos y hasta para escuchar: ¿cuánto nos toca? No han variado. Esa es parte de una estructura caduca que lo que refleja son los espacios de poder de los directivos que dirigen la Federación Ecuatoriana y también de quiénes están atrás de ellos.
Los árbitros ecuatorianos deberían aprender de las ligas de fútbol de España, Inglaterra, Francia y otras europeas. No tienen opciones. Copiar y poner en práctica buenas costumbres es válido.
La frustrada participación de la Tricolor en la eliminatoria refleja la inestabilidad con la que se la administró en los últimos años. Un técnico, literalmente, haciendo lo que se le antojaba, casi sin control, por un respaldo dizque político -no deportivo-. Y una dirigencia de la Federación que actuó pasivamente, sin tomar los correctivos.
Nadie duda que los rendimiento de los arqueros de fútbol en el país son irregulares. A uno le hacen goles con ‘bloopers’ incluidos, otros salen demasiado y también hay los que se comunican poco con sus defensas.
Los dirigentes de los clubes se distanciaron el último mes. La salida de Luis Chiriboga de la Federación Ecuatoriana de Fútbol (FEF) originó que se abrieran dos frentes: Quito y Guayaquil, por ver quiénes tienen más votos e influencia.
La función de Gustavo Quinteros en los primeros meses en la Tricolor va más allá que seleccionar jugadores para la alta competencia. Él tiene que replantear funciones en las categorías menores, levantar la autoestima a futbolistas que están en el torneo local porque los clubes les adeudan salarios del año pasado...