La frustrada participación de la Tricolor en la eliminatoria refleja la inestabilidad con la que se la administró en los últimos años. Un técnico, literalmente, haciendo lo que se le antojaba, casi sin control, por un respaldo dizque político -no deportivo-. Y una dirigencia de la Federación que actuó pasivamente, sin tomar los correctivos.
Las causas para el fracaso por no ir al Mundial son las
enumeradas. Esas, después, derivaron en que se hicieran dos grupos de futbolistas dentro de la Tri. Unos que, obviamente, tenían más afinidad con Gustavo Quinteros, por su pasado y presente en Emelec, y otros que miraban desde lejos cómo se perdía esa unión que predominó en eliminatorias anteriores.
Los directivos de la FEF pecaron de ingenuos, se
dejaron imponer condiciones del DT, en lugar de establecer normas claras, desde que se fue el anterior presidente, procesado por el FIFAgate. Lo peor fue que pasara inadvertido un audio, donde el DT les decía a los jugadores que “no merecíamos clasificar”. Allí lo debieron botar y liquidar. No hacerlo fue el peor error de la administración de Carlos Villacís.
Lo que hay que dejar claro es que la Tri no es el principio ni el final del fútbol del país. Los dirigentes de clubes y asociaciones tienen que desprenderse de sus intereses para reestructurar los reglamentos -profesional y juvenil- y promover campeonatos con mejores administraciones. Pero también tienen que impulsar una renovación de directivos en la Ecuafútbol.