En octubre deben llegar 133 especies migratorias al país. El aumento de temperatura y la destrucción de sus hábitats son una amenaza. Foto: Cortesía Sandy Espinoza (aves Quito), aves y conservación y pixabay
Cada año, miles de especies de aves se preparan para viajar hacia América del Sur, donde encuentran alimento y descansan mientras dura el invierno en el Hemisferio Norte. Vuelan largas distancias y enfrentan diferentes amenazas hasta llegar a sus destinos.
En la actualidad, a los riesgos que deben enfrentar estos animales durante su trayecto, se suman los impactos causados por el hombre como el cambio climático y la destrucción de los hábitats. Estos fenómenos pueden poner en riesgo la sobrevivencia en el futuro de las aves migratorias.
Esta problemática y la importancia de la conservación de sus hábitats de paso es uno de los temas centrales del Festival Mundial de las Aves, organizado por Birdlife Internacional, que se celebra en octubre con diferentes actividades en alrededor de 25 países.
Según un estudio publicado en la revista Science, el cambio climático está influenciando el tamaño de las poblaciones de aves.
Los resultados evidencian que la modificación de temperaturas ha empezado a afectar la distribución geográfica de las especies y a disminuir sus poblaciones. Algunos grupos empiezan a observarse en zonas en las que antes no eran comunes y varios se inclinan hacia los polos.
Sergio Lasso, director Ejecutivo de Aves y Conservación (Birdlife en Ecuador), explica que el proceso migratorio de las aves se basa en los patrones climatológicos. Cuando se produce un cambio en estos patrones por un incremento de la temperatura global, esto va a incidir en los tiempos de vuelo y en la repartición de estas especies.
Cuando en el Hemisferio Norte se inicia el otoño, las aves migratorias, a través de sus sensores de temperatura, empiezan a detectar la disminución de la misma y eso estimula su movilización hacia la parte sur.
Entre septiembre y octubre de cada año, alrededor de 133 especies migratorias llegan desde Estados Unidos y Canadá a Ecuador. En reservas, parques e incluso en los jardines de los hogares, se puede contar con la presencia de estas aves que permanecen alrededor de tres meses y luego emprenden nuevamente su viaje.
Juan Manuel Carrión, ornitólogo y miembro de la Fundación Zoológica del Ecuador, dice que el impacto del cambio climático puede ser evidente sobre todo en las rutas. Si antes las aves buscaban espacios más calientes, y ahora la media de temperatura es más alta, las zonas que antes eran frías actualmente reúnen las condiciones para que nuevas especies lleguen.
Observar gaviotas en los jardines de la capital puede estar relacionado con este tema, dice el ornitólogo. En Quito se han contabilizado alrededor de 20 especies migratorias que provienen del norte del continente.
Sandy Espinoza, coordinadora del colectivo Aves Quito, cuenta que en la capital se ha registrado una migración interna de aves que por lo general se encuentran en zonas del noroccidente. Se ha podido encontrar tangaras en el Jardín Botánico y hace un año se registró un tucán del Chocó en Tababela. Esto muestra cómo las aves empiezan a buscar zonas más altas por el clima, dice Espinoza.
Además del aumento de temperaturas, la destrucción de los hábitats es un tema que genera preocupación. Los cambios más “dramáticos” en las poblaciones de estas especies están causados por la destrucción de sus ecosistemas.
Lasso explica que más de la mitad de aves migratorias que llegan al país son acuáticas. En los últimos años, la pérdida de la conservación de los humedales que utilizan durante su estadía representa un problema.
Por eso se está trabajando en planes para la preservación de las aves playeras en el Ecuador. Según Lasso, a pesar de que sus hábitats se destruyan, estos animales no van a dejar de venir, ya que tienen “el comportamiento migratorio en sus genes”. Pero si al llegar no encuentran los sitios que necesitan, el número de ejemplares irá disminuyendo y generará un impacto a escala mundial.
Espinoza explica que se está fomentando la recuperación de jardines y espacios verdes de la ciudad.
La contaminación de las playas, el uso de pesticidas en la agricultura, la transformación de los cuerpos de agua, la expansión de la frontera agrícola y la deforestación de los bosques son algunas de las amenazas que aún tienen que enfrentar estas especies.