La Diablada de Píllaro fue reconocida como Patrimonio Cultural Intangible del Ecuador en enero del 2009. Fotos: cortesía Ministerio de Turismo y Archivo / EL COMERCIO
Entre el 1 y el 6 de enero de cada año, en Píllaro, en el norte de la provincia de Tungurahua, miles de diablillos se toman las calles del cantón para bailar en la Diablada, una festividad que reúne a todo el pueblo. Cualquier persona puede disfrazarse de diablo, guaricha o capariche, los tres personajes principales de esta fiesta.
El origen de esta celebración viene desde la época colonial y evoca la rebeldía indígena y mestiza contra la religión católica. Se disfrazaban de diablos en repudio a las prédicas sacerdotales y al maltrato físico, económico, psicológico y moral que recibían por parte de los españoles.
Según la leyenda popular, los habitantes del barrio Marcos Espinel acudían a cortejar a las mujeres de Tunguipamba. Los padres y hermanos, molestísimos al enterarse de tal afrenta, querían dar un escarmiento a los galanes y, por ello, no encontraron mejor manera que aprovechar la oscuridad y disfrazarse con máscaras con cuernos, como acólitos del diablo.
Otra versión menciona que al finalizar la década de los cuarenta del siglo pasado, en la fiesta de los Santos Inocentes, salía a las calles del pueblo la ‘Legión’, un grupo variopinto de personajes, como el cíclope, el duende, la muerte, el alma, la caja ronca, el dos caras, la loca viuda, el uñaguille y el diablo. Este último personaje se tomó como referencia para dar origen a los diablos de Píllaro.
Una fiesta de rebeldía indígena
La Diablada de Píllaro fue reconocida como Patrimonio Cultural Intangible del Ecuador en enero del 2009. Fotos: cortesía Ministerio de Turismo y Archivo / EL COMERCIO
La Diablada de Píllaro fue reconocida como Patrimonio Cultural Intangible del Ecuador en enero del 2009. Fotos: cortesía Ministerio de Turismo y Archivo / EL COMERCIO
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La Diablada de Píllaro fue reconocida como Patrimonio Cultural Intangible del Ecuador en enero del 2009. Fotos: cortesía Ministerio de Turismo y Archivo / EL COMERCIO
La Diablada de Píllaro fue reconocida como Patrimonio Cultural Intangible del Ecuador en enero del 2009. Fotos: cortesía Ministerio de Turismo y Archivo / EL COMERCIO
La Diablada de Píllaro fue reconocida como Patrimonio Cultural Intangible del Ecuador en enero del 2009. Fotos: cortesía Ministerio de Turismo y Archivo / EL COMERCIO
La Diablada de Píllaro fue reconocida como Patrimonio Cultural Intangible del Ecuador en enero del 2009. Fotos: cortesía Ministerio de Turismo y Archivo / EL COMERCIO
La Diablada de Píllaro fue reconocida como Patrimonio Cultural Intangible del Ecuador en enero del 2009. Fotos: cortesía Ministerio de Turismo y Archivo / EL COMERCIO
La creencia popular cuenta, además, que quienes se visten de diablos en Píllaro tienen que hacerlo durante siete años consecutivos, porque caso contrario pueden ocurrirle cosas extrañas. La Diablada fue reconocida como Patrimonio Cultural Intangible del Ecuador en enero del 2009.
Según Patricio Sarabia, alcalde de Píllaro, para la Diablada del 2018 están inscritos 13 grupos, cada uno integrado por mil personas. “No solo se disfrazan los pillareños sino gente de todo el país e incluso turistas que alquilan los trajes para danzar junto al pueblo”.
Entre el 1 y 6 de enero, la fiesta iniciará a partir de las 12:00, cuando ingresan los grupos por las calles de Píllaro. La celebración se prolongará hasta las 18:00, cuando todos se retiran a sus barrios. A las 19:00, en cambio, otro grupo de personas se disfrazan de personajes públicos y hacen representaciones teatrales.
En la Diablada pasada, se tuvo un promedio de 15 000 visitantes por día. Este año, el municipio promocionó esta celebración en las agencias de viajes, con el fin de internacionalizarse más. Hospedarse en Píllaro tiene un costo entre los USD 15 y 20, aunque también puede alojarse en Ambato que se encuentra a 25 minutos de Píllaro.
En gastronomía, este cantón tungurahuense le ofrece fritada, hornado, trucha y pato al horno, este último, un platillo que busca ser el más icónico dentro de la región.