A lo largo del encuentro se realizaron diversos rituales, como el de agradecimiento al sol, que se efectuó en el Itchimbía. Foto: Andrés García / El Comercio
Los abuelos son el principio y el final. Son ellos los que conservan parte de la sabiduría de los pueblos ancestrales, que la heredaron a través de la tradición oral y de sus vivencias.
Pero cada vez quedan menos abuelos. Eso preocupa a los pueblos, pues se está rompiendo la cadena de traspaso de conocimiento. Esta fue una de las principales preocupaciones que convocó a decenas de yachacs (sabios), taitas y mamas de diferentes comunidades indígenas del país, desde la semana pasada.
Se reunieron para participar en la primera ‘Kumbre de konciencia Global por la paz’. En la cita, que culmina oficialmente hoy en las ruinas de Cochasquí, en el norte de Pichincha, se buscó rescatar y promover los conocimientos de los pueblos originarios de América.
En principio haciendo una suerte de inventario de lo que se conoce y su valor.
Durante cuatro días, representantes de las comunidades Cañari, Sigsig, Otavalo, entre otras, intercambiaron experiencias y pusieron en práctica los valores heredados de generación en generación.
Una de las asistentes fue Carmen Lozano, perteneciente a la comunidad Saraguro. Ella defendió la necesidad de que los pueblos vuelvan a encontrar la armonía; lo que implica darle un valor espiritual a sus costumbres y no comerciales o netamente artísticas.
“Los conocimientos indígenas han sido utilizados como un elemento folclórico, en especial por la clase política”. De ahí que este tipo de eventos, según Lozano, promueven el respeto por las comunidades.
La Kumbre de konciencia Global por la paz se inició el viernes pasado en el parque Itchimbía, en donde se realizó una ceremonia especial por el Día del Equinoccio.
Uno de los logros fue la conformación de una red de conocimientos ancestrales que incluye actores internacionales.
“Nunca puedes alejarte de la madre tierra, porque todos los días comes frutos que provienen de ella”, destacó Gustavo Ayala, coordinador de la cumbre.
Al encuentro también acudieron representantes de Guatemala, Bolivia, Perú y Colombia, quienes participaron de rituales y conferencias.
Entre los grupos invitados se destacaron los miembros del Templo Vegetal Sacro Acuarios, provenientes de Colombia. El Maestro Salvodvak, uno de sus líderes, contó que acudieron a la cita para “aprender y enseñar” la filosofía de vida de sus antepasados. “A lo largo de la historia se quiso borrar los conocimientos ancestrales. Y eso es justamente lo que no queremos que siga sucediendo”, enfatizó el extranjero.
Para Egas, un aspecto importante de la cumbre es que se generan nuevos espacios de diálogo para retomar los valores ancestrales y fusionarlos con movimientos juveniles, tal como sucede con Nina Shunku.
“Estamos en un mundo en caos. Y la cumbre será la semilla para generar una red global basada en el conocimiento ancestral de los pueblos”.
A lo largo del encuentro se realizaron terapias de sanación con los participantes. Además encuentros de mujeres para discutir la importancia de la feminidad en el mundo andino, almuerzos comunitarios y rituales de saludo al sol.
También se fusionaron otras manifestaciones más contemporáneas, como presentaciones de teatro y capoeira.
Ximena Cevallos, otra asistente, aseguró que la cumbre fue el escenario ideal para recordar las costumbres poco conocidas de las comunidades y para conectarse con la tierra.