Imagen obtenida por la Pioneer Venus Orbiter y la misión Magallanes. Foto: NASA
La esperanza de encontrar vida en otros planetas se reavivó en este 2020, cuando se hallaron vestigios de ella en un lugar inesperado, en lo más alto de la tóxica atmósfera del planeta Venus.
El descubrimiento se hizo con observaciones telescópicas desde la Tierra. Un grupo de astrónomos encontró, en las nubes del segundo planeta más cercano al Sol, una extraña molécula; la fosfina. Según los expertos, esta es creada por microbios, lo que apunta a un indicio de vida.
Todo este trabajo comenzó en junio de 2017. Jane Greaves, astrónoma de la Universidad de Cardiff, en Gales, Reino Unido, se dispuso a probar una hipótesis: diferentes especies de moléculas químicas absorberían las ondas radiales en distintas longitudes.
Para comprobarlo, la científica usó el radiotelescopio Maxwell, ubicado en Hawái. Buscó rastros de varias moléculas en Venus. Para su sorpresa, uno de los químicos encontrados en la atmósfera de ese planeta fue la fosfina.
Para confirmar el hallazgo, los expertos del equipo de Greaves utilizaron, desde el 2019, el observatorio ALMA (Atacama Large Millimeter/submillimeter Array). El cual está ubicado en el norte de Chile y tiene gran sensibilidad para la detección de fenómenos estelares.
Esta vez, los investigadores vieron que las señales confirmaban la existencia de fosfina en grandes cantidades, de cinco a 20 partes por mil millones. Es una cantidad miles de veces mayor a la encontrada en la atmósfera de la Tierra.
El hallazgo fue publicado en las revistas de mayor prestigio del área: Nature Astronomy y Astrobiology.
En el diario New York Times, una de las integrantes del grupo de descubridores, Clara Sousa-Silva, astrofísica molecular de la Universidad de Harvard, explica que la fosfina está conformada por un átomo de fósforo y tres de hidrógeno.
Solo hay algo que puede producirla: la vida anaeróbica, es decir, organismos microbianos que no necesitan oxígeno.
El físico Eduardo Arciniegas recuerda que, por su cercanía al Sol, Venus siempre arde a una temperatura de 500 grados Celsius. Además, está cubierto de nubes que contienen gotas de ácido sulfúrico.
Por si fuera poco, la densa atmósfera venusina ejerce una presión de más de 91 kilos por centímetro cuadrado sobre su superficie. Esa cantidad es 90 veces superior a la que se registra en la Tierra, al nivel del mar. Para un ser humano sería una presión equivalente a sumergirse un kilómetro bajo el agua en un océano de nuestro planeta. Debido a estas condiciones extremas, pocos científicos se habían fijado en Venus como un hábitat probable para la vida.
Las misiones espaciales lo han evitado.
El planeta derrite el metal y aplasta cualquier nave que toca su superficie.
Arciniegas explica que, sin embargo, una capa de nubes ubicada a tan solo 50 kilómetros por debajo de la parte más alta de la atmósfera de Venus suele registrar temperaturas de alrededor de 30 grados Celsius. Esta tiene una presión similar a la del nivel del suelo en la Tierra. En esta capa atmosférica se encontró la fosfina.
El investigador ecuatoriano puntualiza también que Venus es un gemelo prehistórico de la Tierra. Tiene casi la misma masa que nuestro planeta. Hace millones de años estuvo cubierto de agua y poseía una atmósfera donde pudo haber florecido la vida.
El grupo de investigadores que encontró fosfina en la atmósfera de Venus cree que su descubrimiento es significativo, pero reconoce que, para reconfirmar la presencia de ‘vida’, se necesita de mucho más trabajo, incluidas futuras misiones espaciales.
En un reportaje de la BBC, William Bains, bioquímico del equipo y científico afiliado al Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), considera que, para sobrevivir al ácido sulfúrico, los microbios venusinos en el aire tendrían que utilizar una bioquímica desconocida o desarrollar una especie de armadura. El experto sostiene que, en principio, una especie de vida podría esconderse dentro de una capa protectora. Esta tendría que estar ubicada dentro de las gotas de ácido sulfúrico.