Entre junio y septiembre, las ballenas jorobadas eligen las aguas ecuatorianas para aparearse y tener crÃas. Los recorridos para observarlas son comunes en esta época. Pero, si no se lleva a cabo un turismo sostenible, se puede causar un impacto en el comportamiento y salud de estos animales.
Patricia Rosero, coordinadora del Grupo de Especialistas de MamÃferos Acuáticos del Ecuador y PhD en Gestión Ambiental de Recursos Pesqueros, dice que es posible realizar un avistamiento respetuoso de ballenas. Esta actividad debe cumplir con el reglamento que se creó, mediante acuerdo interministerial, en el 2014.
El documento, que marca parámetros para la observación de ballenas, se enfoca en la seguridad de los tripulantes y en la protección de los cetáceos, que viajan durante más de 7 500 km hasta llegar a las costas de Ecuador. Estos necesitan su tiempo y espacio para sus rituales de apareamiento.
La velocidad, la distancia y la capacidad del buque son algunos de los factores decisivos al momento de acercarse a las ballenas. En el Acuerdo se indica que las maniobras de aproximación deben empezar a los 400 m de distancia y no se puede mover a una velocidad mayor que el más lento del grupo de animales.
Las embarcaciones deben mantenerse a una distancia mÃnima de100 m de las ballenas y a 200 m si se trata de una madre con su crÃa. Si uno de estos animales o un grupo se acerca, es necesario detener la marcha y esperar a que se alejen. Rosero, quien tiene experiencia en tours de avistamiento de fauna en el Estrecho de Gibraltar, explica que las embarcaciones no deben acercarse de frente ni rápidamente.
Además, solo pueden estar tres barcos, ya que las ballenas empiezan a generar cambios en su comportamiento si hay más cantidad de navÃos. El tiempo lÃmite de observación que establece el acuerdo es de 25 minutos.
La especialista dice que los responsables deben estar pendientes de la dirección y el tipo de comportamiento de las ballenas. Esto evitará que las embarcaciones se crucen en sus vÃas, se interponga entre los grupos o se acerque demasiado.
Galo EcheverrÃa, guÃa naturalista y propietario de la Agencia Aventuras La Plata, considera que lo más importante es la conducta de la tripulación y los pasajeros. Esto implica que los recorridos cuenten con guÃas calificados, que puedan informar a los turistas sobre las normas; y que las personas también controlen sus emociones al momento de ver a los cetáceos.
EcheverrÃa cuenta que, muchas veces, las personas se enojan por no poder ver a los animales o quieren que el capitán aproxime más la embarcación. Si se paran para tomarse fotos o buscan acercarse más de lo debido no solo pondrán en riesgo a los animales sino también su seguridad.
Por eso, dice, lo más importante es la educación y estandarizar los controles dentro y fuera de las áreas protegidas. Otro deber del turista es acudir a agencias autorizadas.
Javier Oña, biólogo del Proyecto Cetácea Ecuador, explica que, para ahorrar dinero, algunos visitantes recurren a embarcaciones informales. Esto aumenta el riesgo de impactos a los animales.
Cuando hay tráfico marino en exceso, se puede causar daños a las ballenas. Si no se realiza un avistamiento responsable, dice Oña, en algún momento estos animales dejarán de llegar a las aguas ecuatorianas. Con las madres y sus crÃas es necesario tener mayores controles.
El especialista explica que estudios recientes demuestran que las embarcaciones deben tener más distancia de las ballenas en estos casos. Actualmente se establece 200m, pero Oña recomienda 300m mÃnimo.