En locales de carne a la parrilla se muestran cuadros alusivos a la costumbre montuvia. Foto: Katherine Delgado para EL COMERCIO
Las familias montuvias manabitas guardan un estrecho vínculo simbólico con los protagonistas de sus tradiciones, como una forma de tenerlos presentes a donde quiera que vayan o habiten.
Animales disecados, accesorios de trabajo, herramientas para la subsistencia y de protección personal se muestran como adornos decorativos en las viviendas y sitios de mucha concurrencia de Manabí.
El manabita José Loor explica que es una costumbre que se asemeja a la de tener un recuerdo de porcelana en un lugar visible de la casa.
La familia montuvia de Manabí demuestra de esa forma su vinculación con las costumbres del campo, las cuales marcan su cotidianidad.
Loor es profesor de historia en una escuela del cantón Chone y ha seguido esa tradición que aprendió de sus abuelos.
Cabezas de toro, vaca, caballo, los cachos de un vacuno, una vaina (una especie de estuche) para guardar el machete o una beta de cuero son los elementos más recurrentes que están presentes en una vivienda o lugar tradicional.
La cabeza de un semoviente guarda una historia curiosa, más allá de lo que representa la costumbre por la ganadería.
El investigador de las costumbres montuvias, Roberth Loor, dice que para el manabita de ‘cepa’ es sinónimo de infidelidad. En las áreas rurales se encuentran más estas escenas de exhibición y siempre en casas donde el hombre ha decidido vivir a solas, sin la compañía de una pareja, agrega.
En restaurantes o locales de parrilladas también las hay. “En todas las casas no suelen tener la figura del busto del semoviente, por la creencia de que esto refleja un acto de ruptura sentimental, a causa de una infidelidad”, explica Loor.
Para el montuvio, un caballo es un símbolo de la pujanza en las actividades del campo. Por eso está presente en las imágenes decorativas de las casas de los montuvios.
Aparecen en cuadros y esculturas de madera donde se los ha tallado a la medida de un animal en estado original.
Carlos Zambrano es finquero en Chone y cuenta que la cabeza de un caballo, además, es una especie de motivación para salir en las madrugadas o mañanas a cumplir sus diversas jornadas en las haciendas.
También hay quienes conservan el busto del animal como un recuerdo de su primera especie. José Moreira talló la cabeza de su equino al que llamaba Rosendo.
En el acceso de su vivienda lo muestra y así lo recuerda por la compañía que le brindaba cuando salía a trabajar desde Chone hacia Bachillero, del cantón Tosagua.
Murió de vejez hace cinco años atrás, pero Moreira no deja de recordarlo, pues siempre lo desprende de un pedestal para brindarle ‘caricias’, al limpiarlo del polvo.
El historiador Ramiro Molina cuenta que el montuvio guarda una suerte de devoción por estas figuras.
Pero aclara que es un sentimiento de respeto y recuerdo, mas no de veneración o adoración como sucede con los santos de las creencias manabitas.
La beta del cuero, por ejemplo, no es considerada como un elemento de castigo o corrceción para quienes se forman en el entorno familiar. Está en las casas como un accesorio disuasivo, para tenerlo en cuenta ante un posible mal comportamiento.
Pero también es utilizada en la actividad ganadera para echar andar a las reses, señala Molina. Se emplea en reemplazo de la cuerda para arrear pequeñas manadas de vacuno en los corrales o pastizales.
Una vaina de cuero se guarda en los patios de las viviendas como otra tradición del montuvio de Manabí.
Siempre está expuesta al sol para que adquiera mayor solidez y así pueda tener resistencia para aislar el filo del machete de la pierna del campesino.
Milton Zambrano, oriundo de la zona de Canuto (Chone), asegura que en las casas se suelen tener hasta cinco de estas estucheras. Es infaltable en la vestimenta del montuvio y cada cierto tiempo necesitan reemplazarla.
Incluso se las deja por mucho tiempo expuestas, para que estén listas en el momento que se realicen los rodeos en los diferentes cantones que celebran sus fiestas. De esa manera quedan más resistentes para las exhibiciones.