Sostenibilidad y comodidad en lo más alto de Rumiloma

La estructura metálica se fusiona a las paredes soportantes de ladrillo artesanal. Fotos: cortesía Bernardo Bustamante

La estructura metálica se fusiona a las paredes soportantes de ladrillo artesanal. Fotos: cortesía Bernardo Bustamante

La estructura metálica se fusiona a las paredes soportantes de ladrillo artesanal. Fotos: cortesía Bernardo Bustamante

La arquitectura verde o ecológica gana espacio de forma exponencial. La ecología concibe a la casa como un microsistema en interacción con el ecosistema más amplio, la Tierra; la ecoarquitectura busca recuperar esa fusión, rota por la utilización masiva de las nuevas tecnologías.

Muchos materiales, si bien son muy útiles, también son nocivos para las personas y el entorno. La arquitectura ecológica busca atenuar esos efectos mediante la utilización de productos más amigables con el ambiente, muchos de ellos de vieja data, como la piedra, el ladrillo, la madera... Y con la incorporación de técnicas como el reciclaje y el uso de energías no contaminantes, como la solar o la eólica.

Tan importante es esta nueva orientación de la arquitectura, que importantes organizaciones a escala mundial promueven concursos y resaltan los mejores aportes.

Este es el caso de la vivienda El Guarango, diseñada y edificada por el Arq. Bernardo Bustamante en Rumiloma, una de las colinas que derivan del cerro Ilaló, el corazón verde que tienen los valles De los Chillos y Tumbaco.

Portales digitales como Archdaily (el más visto del mundo) y Plataforma de Arquitectura, la mostraron en sus páginas recientes.

La topografía que rodea el inmueble, de 108 m², es irregular, con pendientes pronunciadas y quebradas agudas, que generan vistas sublimes de los Andes ecuatorianos.

La casa se implanta en la parte más elevada de un gran lote de tres hectáreas y aprovecha la plataforma natural existente, de área similar a la única planta que tiene la construcción. Esto evita al máximo la transformación del terreno y capta el control del territorio.

Como afirma Bernardo Bustamante, la vivienda rescata los materiales de la zona para generar un espacio sostenible, especialmente cómodo y amigable, para disfrutar de la imponente Sierra ecuatoriana y sus volcanes desde el Ilaló.

“La casa debe su nombre a un arbusto que está desapareciendo en la zona, el guarango, del que se logró recuperar un pequeño bosque que se abre en el terreno colindante”. Fue construida en 75 días. Esto optimizó los recursos y bajó los costos al mínimo, pese a la difícil localización del proyecto.

La tecnología constructiva fusiona la estructura metálica y las mamposterías de ladrillo portante. Se logra así un efecto contemporáneo con el uso de un recurso ancestral como es el ladrillo de barro artesanal. Muchos adobes fueron realizados en el mismo lugar, con la arcilla del suelo, explica www.archdaily.com.

A estos dos elementos sostenibles se sumó otro: la utilización del agua. En esta zona, el líquido vital es escaso, no existe agua potable y, la mitad del año, no llueve.

La solución de Bustamante fue recolectar el agua de lluvia de la cubierta en una gruta artificial, cavada junto a la casa, que se complementa con un sistema de cisternas que recolectan el agua por medio de canales implantados en zonas estratégicas del terreno. Este tratamiento también ayudó a la reforestación del sitio.

Es una casa de fin de semana, con dos dormitorios y un área social que duplica su tamaño al integrarse con una gran terraza cubierta que se extiende hacia la vista del valle de El Inga, zona donde aparecieron los primeros asentamientos humanos de Ecuador.

Dada su tipología, explica Bustamante, el inmueble se cierra y blinda en todos sus frentes con un sistema de rejas corredizas, diseñadas para que se escondan dentro de la misma casa cuando esta se abre.

La casa, resume Archdaily, es un ejemplo de eficiencia, síntesis y uso de materiales sin recubrimientos y sin elementos constructivos escondidos.

Suplementos digitales