El Programa Mundial de Alimentos de la ONU trabaja en Ecuador para apoyar a las poblaciones en situación de vulnerabilidad y garantizar el acceso a alimentación a poblaciones sin recursos. Foto: Twitter / @WFP_Ecuador
El 9 de octubre del 2020, el Programa Mundial de Alimentos (PMA) de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) fue galardonado con el Premio Nobel de la Paz por su lucha y esfuerzos para combatir el hambre en zonas vulnerables y generar medios de vida en poblaciones que intentan sobrevivir en medio de contextos de conflicto.
La organización -que ayuda a cerca de 97 millones de personas en más de 88 países cada año- también tiene una oficina fija en Ecuador cuyo equipo se enfoca en tres ejes de acción para mejorar la alimentación de cientos de
Cuando el mundo conoció sobre la entrega del Premio Nobel de la Paz al equipo del PMA, el nombre de Carmen Burbano de Lara retumbó en Ecuador con orgullo. Ella, quiteña y una de las funcionarias más destacadas de la ONU, dirige la División de Alimentación Escolar.
En diálogo con la Embajada de Estados Unidos en Ecuador, Burbano de Lara detalló cuál es la labor del PMA en territorio ecuatoriano.
El primer eje de acción -dijo Burbano de Lara- se enfoca en apoyar a las poblaciones vulnerables que están en situación de movilidad en Ecuador con bonos nutricionales. El objetivo es que las familias puedan atender las necesidades de sus niños más pequeños.
El segundo, en cambio, se direcciona en una colaboración entre el PMA y el Gobierno. “Ecuador tiene un programa bastante extenso de apoyo a a la alimentación escolar y nos hemos especializado en apoyar al Gobierno a conectar ese programa que provee de alimentos a los niños”, relató.
Pero lo hacen, además, impulsado la compra de alimentos a pequeños productos del sector agrícola, de manera que los pequeños acceden a una comida segura y fresca, mientras que los emprendedores logran vender sus cosechas.
Burbano de Lara explicó que uno de los dolorosos efectos causados por el covid-19 es precisamente el recrudecimiento del hambre, sobre todo, en poblaciones en situación de vulnerabilidad. Y los niños son quienes quedan en un contexto de riesgo extremo, porque existen familias que no logran obtener recursos para una comida al día, que, de hecho, antes de pandemia, era proporcionada por el sistema escolar.
El conflicto se agudiza con las medidas restrictivas, pues si un niño podía acceder a un plato de alimentos seguro, sin ir a la escuela las posibilidades se reducen aún más.
El tercer eje de acción, en cambio, es el apoyo al Gobierno para aumentar la “resiliencia en lo que tiene que ver con desastres, sistemas de alerta temprana, además de ayudar a las poblaciones que se encuentran en contextos de vulnerabilidad por el cambio climático”.
El sistema de respuesta del PMA es amplio y se ha fortalecido en tiempos de covid-19, cuando diversas problemáticas -como la violencia contra la mujer, tasas de suicidios, la desigualdad y el hambre– se han ido exacerbando. En el campo de la alimentación, los mayores problemas se detectan en los niños de hasta 5 años.
Cuando el equipo del PMA llega a las zonas de conflicto, se encuentra con duras realidades: pequeños con desnutrición crónica, hambre severa y deficiencia de varios micronutrientes como hierro, zinc, vitamina A. Y no son casos aislados, sino que son causados por la pobreza.
Durante el diálogo también intervino Tim Callaghan, director de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID-OFDA) para Latinoamérica y El Caribe. La entidad aporta con más de USD 35 millones en diferentes programas de asistencia humanitaria; USD 5 millones son dirigidos específicamente al PMA en Ecuador.
En septiembre último, la USAID anunció la suscripción de un acuerdo de asistencia por USD 62,5 millones con Ecuador
El convenio bilateral, que durará cinco años, servirá para que el país alcance los Objetivos de Desarrollo. El plan se enfocará en dos áreas principales: la gobernanza democrática, y la reactivación económica, a través del medio ambiente y energía.