Aulas virtual y presencial se combinan

En Los Chillos, Sofía y Sara, de 9 y 6 años, esperaron el transporte, con su padre Mario. Foto: Diego Pallero / EL COMERCIO

El cabello largo de Valentina estaba todavía mojado ayer (7 de junio de 2021), cuando a las 06:00 salió de su casa para abordar el transporte que la llevaría a retomar, por tercera ocasión, sus clases presenciales, en este ciclo.

En Ponceano, norte de Quito, la niña de segundo de básica se acercó al bus amarillo junto a sus padres. Dalila Chuquimarca, encargada de la ruta, le tomó la temperatura y le colocó alcohol.

Antes de que el bus arrancara, Valentina se asomó a la ventana. Con el dedo dibujó un corazón sonriente para sus padres, sobre el vidrio empañado por la fría mañana.

Su padre, Adolfo Gangotena, aseguró que a su hija le hace falta interactuar con pares. El contacto con los profesores -cree- le permite acceder a un mejor aprendizaje.

A las 06:15 se subió al bus Andrés Mena, de 18 años. La capacidad del vehículo es para 32 personas y tienen autorización para llevar a la mitad.

En las filas, uno de los dos asientos para parejas tenía cintas amarillas con la palabra “peligro”, para que no fueran ocupados. Valentina se sentó en uno de los primeros y permaneció atenta a la ruta. Andrés fue en la última fila, con sus audífonos puestos.

El bus tomó la avenida Simón Bolívar y a las 07:10 recogió en el sector de Orquídeas (valle de Los Chillos) a Amelia y a su hermana Amanda.

Las acompañó su madre, Verónica Constante, quien aseguró que, aunque tienen todo lo necesario para las clases virtuales, la concentración de sus hijas, sobre todo de la más pequeña, es muy baja en casa.

La ruta siguió por ese valle de Quito y a las 07:30 completó los nueve estudiantes inscritos para ser trasladados al EMDI School, en la vía a La Merced.

Al llegar, los estudiantes se acercaron a los lavabos con dispensador de jabón y llaves con sensores automáticos.

Al plantel llegaron unos 40 alumnos de 125 inscritos en la modalidad presencial y semipresencial, señaló el rector, Hugo Íñiguez. Al resto, sus padres los dejaron en otra entrada, con todos los protocolos.

En las aulas, cada alumno usa su dispositivo para actividades en línea. Se acostumbraron a usarlos, en plataformas. Los chicos que están en casa se conectan a la par y aparecen proyectados en la pizarra. El centro tiene 254 matriculados.

En uno de los salones de tercero de bachillerato, el docente Alejandro Montenegro les habló de vectores a los 11 alumnos en el aula y a otros siete, detrás de la pantalla.

Milena, de 18 años, contó que sus padres sentían miedo de enviarla al colegio, pero ella los convenció tras explicarles que necesita reforzar algunos temas antes de graduarse.

En el aula de segundo de básica, la maestra Cristina Armijos se movilizó entre su escritorio y los pupitres. Atendió a los siete niños que están conectados desde su casa y a los cinco que acudieron al salón.

La mamá de Sebastián, quien estudia en línea, dijo que, tras varios meses de entrenamiento, los docentes manejan a ambos grupos a la vez.

Ella y su esposo, cuenta, decidieron que el niño de 6 termine el año en esta modalidad. El próximo contemplan enviarlo a la escuela, ya que la abuela del pequeño, que sufre de cáncer, ya fue inmunizada.

Las ventanas y puertas de todos los salones de clase permanecieron abiertas. Desde algunas de ellas se escuchaba al grupo del docente de educación física, Fernando Bautista.

Cada tanto les recordaba a los chicos la importancia del distanciamiento en la cancha. Y se acercaba a su laptop, en el medio del patio, para guiar a los de la modalidad virtual.

En total, 1 301 planteles del país tienen autorización para regresar a las clases presenciales, aunque no todos lo hicieron ayer. En ellos hay 147 809 alumnos, que representan el 3% de los 4,4 millones del país.

La mayoría de centros -1 102- son de zonas rurales. A uno de ellos, el fiscal Eduardo Salazar Gómez, de Pifo, ayer volvieron 33 chicos de primero y tercero de los bachilleratos técnicos en agropecuaria y lácteos. En total son 1 270. En promedio, la institución acogerá a 11 estudiantes por aula.

En la Unidad Educativa Thomas More de Samborondón (Guayas), entre siete y ocho alumnos volvieron a las aulas ayer. Erika Laínez, directora general, explicó que por ahora fueron convocados los de bachillerato y preparatoria.
Para ellos el sistema será semipresencial, con clases virtuales y en el salón dos veces por semana, durante cuatro horas cada día.

Santiago Ordóñez acompañó a su hija de tercero de bachillerato. “Tenía mucho anhelo de conocer a sus compañeros”.

A La Moderna, también en Samborondón, acudieron 60 estudiantes de preescolar y bachillerato, en el primer día de retorno. Allí, el 30% del alumnado se acogió al retorno voluntario y progresivo, previo a cumplir con requisitos como la presentación de pruebas de covid-19.