El acto se inició con una emotiva ceremonia religiosa y posteriormente las cajitas blancas fueron llevadas por policías. Foto: Paúl Rivas / EL COMERCIO
Unas pequeñas cajitas blancas se convirtieron en la última morada de 36 cadáveres de recién nacidos y fetos que fueron abandonados en distintas circunstancias en las provincias de Pichincha, Santo Domingo y Tungurahua.
Estos pequeños cuerpos habían permanecido, en algunos casos por más de tres años, congelados y embodegados en Criminalística, pero la mañana de hoy, martes 13 de marzo del 2018, recibieron sepultura en el campo santo Jardines de Santa Rosa, en el sur de Quito.
El acto de inhumación fue posible tras la suscripción de un convenio entre el Servicio Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses y el Consejo Gubernativo de Bienes de la Arquidiócesis de Quito.
Amparo Medina, coordinadora de la Red Vida y Familia Ecuador, explicó que existieron voluntarios que adoptaron los cuerpos para poder darles un nombre y que estos no sean enterrados tan solo con un número.
El acto se inició con una emotiva ceremonia religiosa y posteriormente las cajitas blancas fueron llevadas en manos de policías hasta el espacio asignado para que descansen eternamente.
Medina señaló que en ese parque santo además se construirá un monumento en honor a los no nacidos para sensibilizar a la ciudadanía sobre el respeto a la vida.
Por su parte, Martha Villamarín, coordinadora de Métodos y Protocolos del Servicio Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses, mencionó que este procedimiento se realizó bajo todos los estándares científicos y legales.
Según la funcionaria, a la fecha existen a nivel nacional aproximadamente 125 fetos que no han sido reconocidos.
El primer acto de inhumación se realizó en julio del año pasado con 51 fetos.